Aquí en Panamá no nos quedamos atrás con las tradiciones de fin de año. Las hemos ido pellizcando de aquí y de allá y dándole nuestro propio toque.

¿Quién inventó eso de comer 12 uvas? En este calor las uvas ni crecen. Pero a la medianoche allí estamos comiendo uvas y el toque panameño es contar las semillitas para sacar el número de la lotería.

Quemar muñecos de Año Viejo es una tradición de muchos años, y cómo lo hacen es noticia de televisión. Tampoco inventamos esto, pero le damos el toque panameño con la creación de muñecos que representan lo bueno, lo malo y lo feo del año que se despide.

Nos encanta viajar, por eso muchos se suman al ritual -¿o es mucho decir?- de pasear, a la medianoche, una maleta alrededor de la casa para atraer un viaje, así sea a David, en los próximos doce meses. La maleta, dicen, tiene que estar llena. Confieso que lo hecho y al menos a mí me funcionó.

Lo que sí es tradición es hacer una buena cena de Año Nuevo -o ¿Año Viejo?-, todo lo de la comida nos encanta. Así que por supuesto nos aseguramos de que la mesa esté abundante, con la excusa de que necesitamos atraer abundancia. Entra aquí como tradición quejarse del precio del guandú, el fresco y oloroso, pero aún así  comprarlo.

Estrenar ropa es otra manía que tenemos, hay que llamar las cosas como son.  La cosa es que un día como hoy está la gente desesperada por encontrar el vestido de la medianoche que le haga despedir el año por todo lo alto.

Y no solo compramos ropa para que todos nos vean, también nos unimos a la costumbre de otros países de comprar ropa interior amarilla, para atraer prosperidad y de color rojo para que venga el amor. No sé como se hace si uno quiere las dos cosas.

Hasta el que menos cree, cree en esto: así como esté tu casa a las doce de la noche así mismo estará el resto del año. ¿Que ustedes no creen eso? Entonces se ahorran la fatiga de limpiar en exceso o de pensar que hay que limpiar. Si hay ropa por lavar o algún rincón desordenado así mismo, tememos, será los próximos meses.

Esperar despierto es una costumbre que ni siquiera se incluye como tal. Es que para muchos es obvio que las doce campanadas no nos puede encontrar durmiendo de lo contrario ¿cómo comeríamos las uvas o pasearíamos la maleta? A ustedes les tengo confianza y digo que si el Año Nuevo los encuentra durmiendo no pasa nada. Se los digo por experiencia propia.

Yo tengo mis propias tradiciones. Ver resúmenes de noticias y recuentos de lo mejor del año: música, libros, fotos. Así veo si me perdí de algo. Últimamente me ha dado por escuchar música nostálgica que me lleve a mi infancia, allá en Panamá Viejo. Sí,  esa que hace que vuele alguna brusquita a tus ojos. Faltan cinco pa las doce, el año va a terminar…

Hasta aquí escribo. Tengo que irme a asegurar de que la casa esté muy limpia para recibir el año. Lo demás no lo prometo.

Gracias por acompañarme un año más en Por la Sombrita. Feliz 2022.