La maternidad ha sido una caja de sorpresas para mí, amo ser mamá y todo el aprendizaje y crecimiento que trae. Eso sí, jamás pensé que volver al trabajo sería tan emocionalmente retador como lo ha sido.

En varias ocasiones, alardeaba diciendo que, “nada me detendría porque hay que ser práctico y seguir adelante”; pero me equivoqué porque este amor es otro nivel.

La Sheldry de antes, a la que le gustaba sacarle el jugo al tiempo, jamás creería esta nueva versión que ahora soy. ¡Y amo esta nueva versión! Una que está viviendo mejor y más feliz.

No es un misterio que convertirse en madre mientras se sigue construyendo una carrera trae consigo nuevos desafíos:

La culpa: esa sensación de no poder estar al 100% ni en casa ni en tus proyectos profesionales.

El tiempo: te toca priorizar más que nunca y descartar tareas que te roban espacio para esas prioridades.

El cansancio: porque como dice el dicho, ser mamá es caóticamente hermoso y ahora tienes que compartir la fatiga de aquellos días profesionalmente a millón con el cansancio de mamá.

Así que como en este proceso entendí que seguir siendo “la persona siempre ocupada” ya no me funciona en mi vida porque necesito tiempo para mi hija, tuve que desaprender y soltar hábitos que antes me parecían esenciales, pero que hoy ya no encajan.

Algunas cosas que ya no me funcionan:

Esperar a que todo vaya sucediendo en un orden perfecto. Antes mi día estaba minuciosamente planificado, en un orden no negociable. Ahora me es más funcional ir haciendo en el camino, adelantando tareas aunque sea en desorden con tal de cumplir al final de la semana con mis metas.

No depender de la tecnología. Ahora la aprovecho como aliada. Mis notas del teléfono y ChatGPT son herramientas claves. Como escuché en una conferencia: “La tecnología no vino a reemplazarnos, vino a multiplicarnos”. Y vaya que ayuda a aligerar la carga. ¡Me he vuelto fan de hacer super online y usar plataformas de pedidos!

Decir que sí a todo. Esto es un lujo que ya no me puedo dar y que estoy convencida me hará crecer porque ahora debo ser más inteligente en qué oportunidades aprovechar.

Medir mi éxito por proyectos lanzados. Antes me sentía exitosa a través del logro de mis metas. Ahora el éxito tiene otra definición: estar presente en mi hogar, avanzar a mi propio ritmo y celebrar cada pequeño logro.

Sacarle el jugo al tiempo: Descubrí que esto no es necesario y que más bien necesitamos de la calma para vivir mejor.

Lo importante no es intentar alcanzar un equilibrio perfecto que en realidad no existe, sino aprender a fluir entre trabajo, familia y sueños sin perder de vista quiénes somos.

Y que la maternidad no sea sentida como estancamiento, sino más bien como algo que te potencia y aumenta de valor porque ahora tu tiempo vale más.

Besos,

Sheldry