Muchas personas a estas alturas no cuestionan el hecho de que las emociones en general influyen sobre los hábitos de gastos.

La economía psicológica o conductual estudia el comportamiento con respecto al dinero, teniendo en cuenta la psicología. Las decisiones financieras no están guiadas solo por la lógica, el razonamiento y el análisis.

Si nos sentimos contentos quizás tendamos a comprar cosas innecesarias para reforzar dicha emoción. Hay supuestos profetas del consumo desmedido que nos dicen que para combatir la envidia, la depresión, y reforzar el orgullo, la mejor terapia es comprar. Común es en muchas familias vivir al estilo de lo que en inglés se llama “Keeping up with the Joneses”, que se utiliza para denominar uno de los errores más frecuentes en la gestión de las finanzas personales. Significa, más o menos, querer seguir el ritmo de la familia Jones, unos hipotéticos amigos o vecinos ricos, aunque las finanzas personales no alcancen y para ello tenga que entrar en un ciclo de endeudamiento crónico.

Un conjunto de nuevas fuerzas externas –las redes sociales– están llevando a muchos a una eterna imitación o comparación con ricos y famosos y que desemboca en gastos innecesarios.

Compararse con otros es algo muy humano y nos hace confundir un estilo de vida deseable con otro orientado a impresionar, pero en el fondo es una señal de baja autoestima y falta de objetivos.

Es importante analizar nuestros objetivos personales. No tenerlos claros nos hace fáciles víctimas de tendencias o actitudes dañinas frente al manejo del dinero.

Las compras innecesarias pueden destrozar cualquier presupuesto. Hay que ejercer un sabio control permanente de nuestras emociones para que nuestro dinero nos lleve a mejorar nuestras finanzas personales y a evitar el endeudamiento crónico.

Un gasto con el mínimo grado de intervención de emociones nos puede llevar a un ahorro. Contratar un plan de celular ajustado a nuestras reales necesidades o usar planes prepagos, no volar en primera clase si cuesta demasiado, comer menos veces en restaurantes, o abandonar malos hábitos como fumar, beber cerveza a diario, comprar siempre ropa y artículos de marca. Si controlas tus impulsos descubrirás que siempre hay oportunidades de ahorro en actividades cotidianas.

Si te descuidas, los bancos y todo lo relacionado con ellos pueden ser aspiradoras de dinero. Por ejemplo, siempre que sea posible intenta usar los cajeros automáticos de tu banco para evitar pagar tarifas de retiro de efectivo. Revisa las anualidades de tus membresías, tarjetas de crédito, seguros y los beneficios adicionales de las tarjetas. Mira si hay alguna opción mejor en el mercado de la que tienes actualmente dados tus hábitos de pago.

Gasta si es necesario, pero controla tus emociones.