Disminuir gastos requiere de un cambio de estilo de vida y de los patrones de pensamiento.

Las presiones financieras; el tener una repentina pérdida de sus ingresos o el resultado de querer alcanzar una meta financiera pueden conducir a tomar la decisión de controlar el gasto.

Claro, resulta menos traumático reducir gastos cuando uno ha analizado con cuidado su flujo de fondos mensuales, digamos para los próximos tres meses.

Un primer paso para reducir gastos comienza por tener una idea clara de hacia dónde se va su dinero. ¿Sabe por qué, en qué y cuándo está gastando? Su registro de gastos diarios unido a un estricto apego a un presupuesto y un cuidadoso análisis de sus valores personales, son los antídotos para evitar el descontrol.

Recientemente leí que un gran banco alemán introdujo enormes reducciones de gastos para apuntalar sus finanzas y empezó “desvinculando” empleados independientemente de su rendimiento o posición, recortando viajes y costos de pasajes, eliminando viajes en primera clase en avión y obligando a los empleados de cierto nivel a viajar en bus o tren, incluso reduciendo las indemnizaciones por despidos.

Traigo esto a colación porque si empresas poderosas se ven obligadas a ahorrar y lo hacen introduciendo medidas impopulares pero drásticas, aun en cosas pequeñas, nosotros también tendríamos que hacerlo si queremos recuperar el equilibrio financiero.

Saque su presupuesto y siéntese con su pareja e hijos a revisar en qué gastan y qué podrían reducir. Gastos prioritarios para mí son la escuela privada, el transporte, los servicios básicos, la alimentación, salud, comunicaciones, la hipoteca o alquiler.

Negocie con su grupo familiar

Usted, en este rol, es la tesorera o jefa financiera de la empresa que es su familia. Establezca metas en dólares a ahorrar, fije prioridades y uso futuro de los ahorros. Podría traer a la negociación la propuesta de reducir gastos en alimentación, celulares, diversión, Uber, taxis, cable, internet, salidas a comer y otras.

Como escribí al inicio del artículo: se trata de un cambio en su estilo de vida y en los patrones de pensamiento consumistas y no de control de gastos ofrugalidad. Hablamos de negociar reducciones de costos de la empresa familiar y no por un capricho, sino porque el dinero o no alcanza o es preciso tener ahorros para no vivir del salario o pensando en la lotería.

Use con prudencia, o mejor aún; no use las tarjetas de crédito, controle el uso del aire acondicionado, revise planes de cable o celulares, controle sus salidas para divertirse, apague luces, desconecte aparatos de encendido rápido, no coma en la calle, compre con inteligencia en sitios que le ofrezcan ventajas, use su carro con prudencia, involucre a sus hijos en estos esfuerzos por ahorrar en todo y manejar bien el dinero que les da. Ni usted ni su familia tienen que vivir la vida que otros le imponen o parecen imponerle. Aclare bien quién es usted y lo que realmente le importa.

Defina su propia concepción de felicidad familiar y de satisfacción personal.