Nuestras familias son parecidas a una empresa o corporación, ya que necesitan conseguir dinero con regularidad y usarlo para garantizar su subsistencia y crecimiento.

Las familias más exitosas a la hora de administrar recursos entienden que es mejor manejarse como lo hacen las grandes empresas.

Una empresa bien administrada se caracteriza por practicar alguna de estas normas:

1. Tiene metas claras y evalúa en conjunto las grandes decisiones a tomar buscando consensos basados en las metas definidas a corto, mediano y largo plazo.

2. Son transparentes frente a sus miembros y todo se discute en función de criterios válidos para todos.

3. Conocen y evalúan los riesgos y amenazas que la empresa enfrenta o podría enfrentar.

Estas consideraciones llevadas al día a día de la empresa, en este caso su familia, implican que todos reciban un trato justo, moderando los intereses personales y sin pretender resolver todas las necesidades y caprichos.

Dialoguen sobre los sueños y deseos de cada uno. Se trata de que todos en la familia entiendan que esta es una empresa que puede y debe beneficiar a todos y que cada miembro tiene voz y voto, pero también responsabilidades. La paciencia, el control, la prudencia y la solidaridad son valores de la empresa.

No debe haber secretos. Todo se debería discutir con base en valores y principios éticos, tales como honestidad, apertura, integridad y sin agendas secretas.

Se trata de que todos los miembros de la familia estén informados del alcance e impacto de cada decisión.

En toda empresa hay un ente directivo y una cabeza que propone y dirige, pero sin tener el poder absoluto. No se trata de ser ingenuos y esperar que un niño de ocho años entienda lo que pasa en la empresa familiar, pero sí es importante que hasta los niños sepan cómo van las cosas y aprendan sobre gastos, ahorros e inversiones.

Todas las decisiones financieras conllevan un riesgo. Se trata, por ejemplo, de ver si es el momento para comprar un carro nuevo, costoso o de valor medio, y cómo afectaría la liquidez y el nivel de endeudamiento de la familia. Los accidentes y costos legales por conducta irresponsable de uno de los miembros de la empresa pueden afectar a todos, por lo que siempre se debe priorizar el conjunto sobre la individualidad. La responsabilidad de cada miembro jamás debe ser minimizada o ignorada.

Un proceso transparente de comunicación unido a buenos controles financieros y la revisión periódica de los resultados permiten que todos sientan que se les toma en cuenta. Es, además, la mejor manera de evaluar el desempeño de la directiva.