En mis años de experiencia, he podido observar que para las mujeres nos suele ser difícil aplicar a determinadas posiciones de trabajo, pedir un aumento de sueldo o exigir mejores condiciones, aun cuando sabemos que las merecemos. Pero, ¿sabes la razón por la que esto sucede con tanta más frecuencia en el caso de las mujeres que en el de los hombres?

Esto pasa, porque estamos abrumadas. Como mujeres trabajadoras, es algo a lo que nos enfrentamos todos los días. ¿Te has preguntado cómo harás para progresar en tu carrera y cómo se reflejará eso en tu salario? ¿Alguna vez te has quedado paralizada ante la idea del cambio por no saber cómo y por dónde empezar?

En el fondo sabes que tu carrera debería estar más avanzada de lo que realmente está, que deberías estar en una mejor posición. Pero probablemente te sientas abrumada con todo lo que hay que hacer simplemente para mantenerte al día con el mercado: actualizar tu currículum vitae, escribir cartas de presentación, enviar aplicaciones, ir a entrevistas, desarrollar tus habilidades de negociación, mejorar tu perfil de LinkedIn, etc. Más cosas para sumar a una lista de tareas que lo único que hace es crecer.

¿Te suena familiar? Créeme, no estás sola. Hay millones de mujeres en tu misma situación. Pero hay una salida. Una mejor forma de hacer las cosas que te ayudará a tener la carrera que te propusiste años atrás.

Mi recomendación es seguir estos tres consejos que te doy, basados en mi experiencia en la negociación salarial.

Analiza el mercado laboral de manera estratégica. Si entramos a una negociación sin saber nuestro valor en el mercado actual, es casi un hecho que no tendremos éxito. Prácticamente, nos estamos garantizando un pago inferior al que merecemos. Luego nos damos cuenta de que los que están a nuestro alrededor están ganando más y de que estamos en una posición de desventaja. Para evitar esto, ten claro cuánto ofrece el mercado por alguien con tu educación, experiencia y habilidades. Investiga empresas similares y analiza las responsabilidades del rol en cuestión y los beneficios que conlleva. En pocas palabras, no dejes nada librado al azar. A la hora de negociar, ten siempre a mano un monto real y legítimo que respalde tu pedido.

No te dejes llevar por las emociones. Las mujeres estamos, por naturaleza, más en sintonía con nuestras emociones. Tendemos a abordar las negociaciones con esa lógica: “Necesito un aumento; trabajo porque tengo que poner a mis cuatro hijos en la universidad”. Si bien este argumento puede tener sentido en nuestra mente, no justificará un aumento o un puesto de trabajo desde el punto de vista del empleador. Estamos hablando de negocios, así que respáldate con un argumento racional. Siéntate y apunta todas las ventajas que obtendrían por el hecho de contratarte, darte una nueva posición o un aumento de sueldo. Asegúrate de saber cuál es tu aporte a la empresa y cómo tu trabajo ha influido en sus resultados. Mientras más claras tengas estas ventajas, más probable será que lo puedas comunicar de forma clara y convincente.

Prepárate para el no y conviértelo en un sí. No dejes que una respuesta negativa en la primera etapa de la negociación te afecte. Utilízalo a tu favor. No todas las primeras negociaciones logran su cometido, pero sí pueden abrir la oportunidad para una segunda negociación. Aprovecha y asegúrate de dejar esa puerta abierta.

Estos tres pasos te darán claridad y confianza, elementos claves a la hora de negociar. Si tienes claro lo que deseas y estás segura de tu valor tanto dentro como fuera de la empresa, podrás ir a negociar con una mentalidad mucho más relajada.

• La autora es CEO de Salary Coaching, negociadora y conferencista internacional. También es la autora de “Mujer: Descubre tu valor, obtén lo que vales”.