Bebito no tuvo la Navidad en su casa. No quiero decir que no la celebró, aunque el bebé no sepa nada de aquello, pues varios de sus familiares se regocijaron en esas fechas en compañía de la criatura. Sino que en su casa, aquí donde vive él con su mamá y su papá, no hubo nada de Navidad.

No le pusimos arbolito. Tampoco nacimiento. Ninguna otra decoración de esta festividades. No es que seamos unos Grinch, sino que no la celebramos. No seguimos ninguna religión, ni mi novia ni yo, así que simplemente no festejamos estas fiestas. En parte, pues sí que celebro las hermosas tradiciones culinarias de estas fechas.

Al principio fue un poco difícil de aceptar de parte de mi familia. Siempre hemos tenido un diciembre lleno de fiesta, unión y amor. Pero al explicarles que todo eso lo va a tener igualmente en diciembre, hubo menos preocupación al respecto. Además, les aclaré, bebito no será ajeno totalmente a la Navidad, pues irá a sus casas y conocerá sus arbolitos y su nacimiento.

Nosotros apuntamos al futuro de Coné, cuando sea más grande y se pregunte por qué en su casa no hay ninguna parafernalia navideña, mientras que sí en la de su tías o la de sus compañeros de escuela. Entonces conversaremos con él, sin necesidad de adoctrinarlo, en la importancia de ser diferentes y querer vivir como uno quiere vivir.

El tema de los regalos estoy seguro que no le afectará. Bebito cumple años apenas unos días antes de Navidad, por lo que su fin de año estará siempre lleno de regalos de parte de sus padres, familia o amigos.

Casualmente, hace poco tuvimos su primera fiesta de cumpleaños. ¡Un año tiene la criatura! Hicimos varias fiestas. La primera, la del día del cumpleaños, la hicimos en casa con los amigos. Mi novia cocinó un pastel especial para el bebé, con harina de avena, que fue una de las mejores cosas que ha comido el niño, aparentemente, pues lo hizo con muchísimo gusto y se embarró de pastel hasta la rabadilla.

Bebito estuvo supremamente feliz. Un poco nervioso cuando apagamos las luces y cantamos cumpleaños, pero el resto del tiempo caminó de aquí para allá (porque ya camina a tope), cantó, bailó, buscó los brazos de quien quiso, sonrió muchísimo y jugó con todas sus nuevas adquisiciones. La alegría fue tanta que, aun estando cansado, con sueño, sin energías, el tipo aguantó despierto casi hasta las 10, cuando ya por fin el cuerpo no dio más.

La segunda fiesta fueron unos días después en casa de mi abuela, la bisabuela de bebito, con mis tías, mis primos y la mayoría de los familiares. Y al día siguiente, en casa de mi suegra y los familiares de mi novia. Como ven, aun sin Navidad, diciembre es un mes muy movido para Coné.

Es muy extraño que bebé ya tenga un año. El tiempo voló. Es una frase hecha y gastada, pero muy muy cierta. Junto a tres de mis mejores amigos nos tomamos una foto igual que aquella primera tarde en la sección de maternidad cuando nació bebito. Todos nos veíamos más o menos iguales, quizás con más o menos barba. Pero la diferencia con bebé era impresionante. De ser aquel ser pequeño, indefenso, tranquilo, se ha convertido en este niño que no me dejaba cargarlo ni siquiera lo suficiente para una foto. Fue casi que una batalla lo que sucedió allí para aquella fotografía. Y este es solo el primer año.

El próximo quizás ni siquiera pueda sostenerlo de la misma manera. El tiempo pasa muy rápido. Por suerte, mi novia y yo hemos gozado y aprovechado a este bebé, dándole todo el amor y los mimos que le hayamos podido dar.

Por eso, aunque no tenga Navidad como tal, diciembre siempre será un mes lleno de amor familiar. Que al final, es lo importante en estas fiestas.