Al buscar la definición de mosaico en el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española aparecen, como es de imaginarse, muchas. Entre esas, una que viene al pelo para el tema de hoy y es la que lee: “Organismo o parte de él en el que coexisten células genéticamente distintas, pero desarrolladas a partir de un mismo cigoto”. A decir verdad, me sonó rara esa definición porque al pensar en mosaico siempre se nos viene a la mente otra cosa. Pensamos en baldosas, azulejos, rompecabezas, pero resulta que también se aplica al mundo de las ciencias.

Tanto hablar para llegar al tema central que es el “Mosaico: Panamá, país de oportunidades”, actividad que cada año desde el 2016 —pandemia intercalada— organiza la sinagoga Kol-Shearith Israel y para la cual convoca oradores que en quince minutos exactos deben cubrir de pe a pa el tema que desean desarrollar. Hay quienes han hablado de sus vidas y cómo llegaron donde están, otros explican en qué consisten los proyectos que desarrollan y no faltan quienes nos sorprenden exponiendo con un fondo de notas musicales. No hay espacio para el aburrimiento y este año 2025 no fue la excepción.

Confieso que al ver los nombres en el afiche había algunos que no había escuchado jamás, razón poderosa para anotar la fecha y la hora en mi agenda para no perdérmela. No me defraudó. Y como todos los años surgen en mi mente la pregunta ¿cómo arman este mosaico de personajes? ¿cómo saben que existen, pues muchos de ellos han desarrollado sus carreras en el extranjero? ¡Qué trabajo más minucioso hace el comité organizador! En un país donde todo empieza tarde y nada termina a tiempo Mosaico fluye como un cronómetro perfectamente ajustado. Sin correderas ni aspavientos. Sencillamente fluye, respetando el tiempo de los asistentes como debe ser.

Este año fue la séptima versión y yo he tenido la suerte de haber podido asistir a casi todas, de allí que hablo con conocimiento de causa. Espero de todo corazón que “Mosaico: Panamá país de oportunidades” siga ofreciendo cada año una ventana por la cual podemos asomarnos a lo que muchos panameños están logrando dentro y fuera del país, una ventana que nos lleva a entender que no todo es malo y negativo, una ventana desde la que se asoma la esperanza.

Panamá es un pequeño gran país, lleno de gente buena y trabajadora que muchas veces se pierde en el maremágnum de la corrupción y los malos manejos y es importante destacar su labor para que la juventud encuentre en dichas personas y su trayectoria modelos a imitar. Nuevamente, felicito a cada una de las personas que detrás de bastidores completan las pinceladas que componen el lienzo que cada año se despliega ante nuestro ojos. Los felicito por su creatividad y por su entrega y les agradezco el regalo que ofrecen cada año a quien quiera disfrutarlo.

* Las opiniones emitidas en este escrito son responsabilidad exclusiva de su autora.

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