Se que alguna vez les he contado sobre los “primos de California” que en realidad empezaron como un solo primo que hace unos diez años decidió traer a su familia a conocer la tierra de su madre y a la familia. El nos conocía pues de niños vivimos en Los Ángeles por asuntos de estudios de mi papá y más adelante estudiamos en la secundaria en una escuela en Orange, California y teníamos oportunidad de verlo ocasionalmente. No mucho porque vivía lejos, pero suficiente para que los lazos se estrecharan para toda la vida.

Mas adelante el vino a Panamá con su papá varias veces porque, sorprendentemente, aunque la verdadera parienta era su mamá, mis padres continuaron la relación con su padre aún después de muerta mi tía, que por cierto fue a muy corta edad.

Pues bien, mi primo trajo a sus hijos con sus cónyuges y a sus primeros nietos por primera vez y les gustó tanto que regresaron un par de años después. Desafortunadamente, hace dos años mi primo murió repentinamente, muy joven también (digo yo porque éramos de la misma edad) y miren lo que ocurre: su viuda viaja a Panamá con toda la familia que ya resulta un poco más grande que cuando la trajo mi primo.

Son una tropa de múltiples edades así es que había que organizarles muchas cosas porque, aunque su papa picoteaba el español, para ellos es una lengua foránea así es que en ocasiones necesitan traductor. Ellos por su cuenta organizaron gran parte del viaje, pero, como siempre quedaron lazos por atar.

Mis hermanos colaborando, pero como les comenté los primos son muchos y se mueven todos juntos para todo lados así es que había que tramitarles bus y otras cosas. Recién llegados se fueron a Palenque y para esa parte del viaje no tuve mucho que hacer aparte de la ocasional traducción telefónica de lo que la muchacha que cocina necesitaba saber.

A pesar de todo el trabajo adicional que me cayó, su visita ha sido un regalo. Son divertidos, serios cuando la situación lo amerita y, en general, no molestan. Es cierto que quieren estar haciendo algo todo el día, pero por cada idea que presentan aportan un camino a seguir, generalmente eficiente y práctico.

Entones por estar comprando chécheres, yendo a reuniones, empacando, leí desde hace como tres días que tenía que mandar este artículo a manos responsables para que llegara a tiempo para su publicación y no lo mandé… ahora duermo con la angustia de que es muy, pero muy posible que no logre aterrizar a tiempo para llegar a las “páginas” de Ellas.

Quien sabe cuál será el destino de este texto y quien sabe si lo verán en sus páginas mañana tempranito o si no verá jamás la luz del día. En realidad, ese detalle es casi irrelevante ante la inminencia de faltar a la primera publicación en treinta años. Eso si me mortifica. Todo dependerá de la caridad de las chicas de la Revista Ellas y quizás, solo quizás de un golpe de suerte.

* Las opiniones emitidas en este escrito son responsabilidad exclusiva de su autora.

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