No me gustan los juegos de azar, no sé jugar cartas más allá de péscalo y pipón, no voy a casinos, en fin, no entiendo de estas actividades y no me divierten, sin embargo, cada vez que escucho la letra de la canción country The Gambler, cuya versión más popular es, probablemente, la que grabó Kenny Rogers, y digo probablemente porque no soy muy ducha en estadísticas musicales, no puedo evitar leer entre líneas todo el mensaje que lleva dicha canción.
Como todas las canciones de música country empieza con un cuento. Un muchacho en el tren, un señor que mira distraído en lontananza, la conversación que inicia parca, básicamente porque el gambler quería proveerse de un cigarrillo a cambio del cual estaba dispuesto a darle consejos al muchacho.
Establecida la comunicación empieza con su “consejito” y este viene descrito frente a una mesa de juego. Le indica que debe saber cuando quedarse con su mano y cuando retirarse, cuando levantarse de la mesa y cuando salir corriendo. Continúa diciéndole que uno nunca debe contar el dinero mientras sigue sentado a la mesa pues ya que habrá tiempo para eso cuando termine el juego.
Le reafirma que todo buen jugador sabe que el secreto para sobrevivir en ese mundo es tener bien claro qué descartar y qué retener en la mano pues toda mano puede ser ganadora o perdedora. Yo escucho esa letra una y otra vez y veo clarito que en la vida debemos poner en práctica todos esos consejos.
Cuantas veces no ocurre que uno está en una mala situación y en lugar de retirarse y salir corriendo permanece, persiste buscando una solución para lo que no la tiene, porque seamos realistas hay situaciones que, no importa cuanto esfuerzo les dediquemos, se quedarán sin resolver y de paso haciéndonos daño.
Sabemos también que existen los envidiosos y que no hay que tentarlos pues la envidia es un sentimiento que lleva a ejecutar acciones muy dañinas. Y lo más irónico del asunto es que en muchísimos casos se envidia una situación que no es real y el envidiado tiene mil problemas en su vida solo que no todo el mundo los conoce. Ante eso, siempre es mejor no aparentar lo que no es. Siempre le va mejor al que conduce su vida de manera sencilla, sin ostentaciones, sin “contar el dinero frente a otros” pues la supuesta riqueza es una de las cosas que la gente más envidia.
Y, quizás la línea que más me gusta es aquella que dice que toda mano puede ser ganadora o perdedora. Es tan cierto porque el éxito lleva un porcentaje importante de actitud ante el panorama que se nos presenta. Hay quienes llegan viendo todo lo malo y no faltan quienes ven un mundo de oportunidades. Son aquellos últimos los que probablemente verán su mano como ganadora y empezarán a caminar para sacarle el mejor provecho posible. Porque, aunque no creo que apostar en un casino conduzca a nada favorable, estoy convencida de que apostar al propio esfuerzo casi siempre nos llevará a un final feliz.
* Las opiniones emitidas en este escrito son responsabilidad exclusiva de su autora.
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