Amanece un nuevo día y María se despierta como siempre, preocupada. Cada mañana lo primero que pasa por su mente es “¿Qué pasará hoy?”. Cuando era pequeña sufría de dolores de barriga y de cabeza. En la escuela la llamaban “la preocupada” porque siempre tenía algún comentario de algo malo que pudiera pasar. No jugaba con sus amigas ni iba de paseo. Ahora de adulta, las preocupaciones le afectan en su rendimiento laboral y en sus relaciones. Algunos días María está tan preocupada que se pasa vomitando y no logra llegar a su trabajo. Ella piensa que es nerviosa y cuando le sugieren ir a ver a un profesional de la salud mental responde, “yo no estoy loca, solo nerviosa”.

José es un hombre de 48 años que con esfuerzo ha salido adelante y ha tenido éxito en su trabajo. La dificultad que presenta José es que tiene poca paciencia y explota con mucha frecuencia. Sus compañeros de trabajo lo describen como malhumorado y sus hijos como amargado. Por la más pequeña cosa grita, insulta y pierde el control. Cuando le preguntan qué le pasa, contesta, “¡Yo nací así!”.

María y José no son casos poco comunes. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), una de cada cuatro personas sufre de alguna enfermedad mental en algún momento de su vida. Hoy en día se estima que 450 millones de personas tienen alguna dificultad de salud mental.

Con esto no queremos decir que todas las personas que se preocupan o tienen mal humor tienen una dificultad de este tipo. Sigmund Freud, el padre del psicoanálisis, decía que todo es una cuestión de grado. ¿Qué tanto te afecta tu vida diaria y con qué intensidad? Como regla general decía que si afecta de manera significativa nuestra capacidad de jugar, trabajar y relacionarnos, deberíamos ir a buscar ayuda profesional.

La salud mental no es cosa de locos

La salud mental no es cosa de locos

La enfermedad mental se define como afectaciones a los pensamientos, la conducta y/o las emociones que resulten en la incapacidad de lidiar con aspectos de la vida diaria, como el aprendizaje, el trabajo y las relaciones interpersonales. Los principales indicadores de que una persona presenta síntomas son:

• Cambios en la conducta. Estos pueden incluir volverse más sedentario y solitario, o por el contrario, más activo de lo que comúnmente es; presentar conducta agresiva o violenta; cambios en la rutina del sueño y la alimentación, entre otros.• Cambios en los pensamientos. Presentar pensamientos negativos, pensamientos de ser perseguido y/o atacado.• Cambios en las emociones o en la intensidad de las emociones. Miedos nuevos o excesivos son un ejemplo.

El tema de la salud mental es complejo. La falta de conocimiento, el estigma y discriminación hacen que la mayoría de las personas que se beneficiarían de la ayuda profesional no la busquen. Según la información recabada por la OMS, la mayoría de los países solo invierten el 1% de su presupuesto anual de salud a la salud mental. Por otro lado, las enfermedades de salud mental afectan el rendimiento de las personas, perjudicando así el desarrollo económico del país.

¿Qué podemos hacer entonces?

• Educarnos en los diferentes síntomas de los trastornos de la salud mental y sus tratamientos, y así poder determinar quién necesita apoyo emocional de un amigo o familiar y quién la ayuda de un profesional.

• Expresar nuestro interés por entender y ayudar. La educación a su vez nos ayuda a comprender y a aceptar la realidad, así como a reducir los prejuicios y el estigma. Estos elementos son importantes para la recuperación de quien enfrenta una dificultad de la salud mental. El miedo a ser juzgado y rechazado es uno de los más grandes obstáculos para que las personas busquen ayuda. La comprensión y la apertura a aceptar la realidad de la persona hace que esta sienta paz, apoyo y fortaleza para recuperarse.

• Aceptar el tratamiento. Estudios a nivel mundial han demostrado que la psicoterapia reduce la discapacidad, la cantidad de personas que se enferman y el número de personas que mueren por estas enfermedades mejora el desempeño en el trabajo y disminuye la incidencia de hospitalización psiquiátrica. Algunos casos necesitan el apoyo de medicamentos, los cuales facilitan obtener los resultados antes mencionados. Hoy más que nunca existen múltiples programas de apoyo y de tratamiento que ayudan a que la persona que sufre de enfermedades de salud mental viva una vida plena y productiva.

La salud mental puede pasar a veces desapercibida, pero su ausencia es obvia y muy dolorosa para la persona y quienes están a su alrededor. No permitamos que el estigma nos impida buscar herramientas que pueden mejorar la calidad de vida e incluso salvarla.