En una especie de pastelería se fue convirtiendo el hogar del chef Yeremías Leso durante la pandemia el año pasado.

Su niña Emma, de entonces dos años, no se involucraba mucho porque estaba muy chiquita. En un principio el ruido de la batidora le asustaba. “A medida que fue creciendo se fue habituando a la labor que hacia papá, empezó: ‘papi quiero probar, ¿qué estás haciendo?, dame cremita’. Desde que ella a empezó a meterse en la cocina, simplemente para ver que estaba haciendo, yo le daba a que probara y oliera los ingredientes”. Así, papá le enseñó cómo sabe o huele la sal, el azúcar, el comino, la pimienta, el perejil, entre otras especies.

Ahora Emma, quien acaba de cumplir tres años en febrero, es de la que huele antes de comer y se atreve un poco a probar más alimentos.

Yeremías reconoce que, por su mismo temor, le costó un poco dejar que ella manipulara los instrumentos de cocina, sobre todo porque a veces la pastelería es muy precisa y hay que mantener un orden.

Lo primero que Emma aprendió hacer fue a batir huevos, y con su papá al lado preparó unas panquecas (pancakes). Si papá está cocinando el almuerzo, Emma le echa la sal. “Ella identifica los olores, me dice: ‘papá, huele a pollo’; ‘papá, huele a carne’; ‘papi, ¿a qué huele? ¿estás preparando brocoli?’. Eso le da mucha seguridad y quiere involucrarse más”.

Para acompañar a papá en la cocina, ella se sube en su banco; a veces le dice que quiere lavar los platos o preparar su biberón. “Desde bebé la he puesto a que ella tenga la curiosidad por las cosas que se preparan, por la comida que tiene en su mano, por los ingredientes que tiene la cocina”.

Yeremías siempre está pendiente de ella y dice que, a pesar de su edad, es muy independiente. Ella solita se sirve su cereal, una vez que papá le pone todo los elementos en la mesa. “A ella no le gusta ensuciarse ni hacer desastre. Como siempre le digo ‘con cuidado’, ‘de a poquito’, ‘con cuidado’, esa es la palabra que más le repito, ella es cuidadosa cuando va agarrar las cosas, agarra de a poquito”.

Comenta de forma jocosa que una vez él se descuidó y ella agarró un puño de sal y se los tiró a los huevos del desayuno.

En su cuarto, Emma tiene una cocina de cartón que papá le construyó con cajetas y materiales reciclados. El chef menciona que así como le ha explicado que es cada cosa en la cocina también le ha explicado los riesgos que hay.

Por ejemplo, Emma, como todo niño, le daba curiosidad el horno y se acercaba. Un día papá prendió el horno a una temperatura tibia caliente y acercó con cuidado la manito de su niña para que ella sintiera el calor; papá le explicó que si lo tocaba se podía quemar. Otro día papá se cortó y le mostró a su niña lo que podía pasar por usar un cuchillo.