“Juan, un adolescente de 17 años intenta quitarse la vida”. Cada vez es más común escuchar acerca de estos incidentes en nuestro país. De hecho, el suicidio actualmente es la segunda causa de muertes a nivel mundial en la edad adolescente y adulto joven, cobrándose así la vida de un millón de personas por año. Es decir, ocurre un suicidio cada 40 segundos, una cifra altamente preocupante, según comenta el Ministro de Salud, Miguel Antonio Mayo.

Cuando sucede un caso como el de Juan, muchas veces nos enteramos a través de un noticiero o de un titular en el periódico que dice algo como “Adolescente intenta quitarse la vida por perder en un video juego” o buscando explicar de alguna forma la razón por la cual un chico como Juan habría tomado esa decisión.

Sin embargo, contrario a lo que muchos piensan, este fenómeno es multicausal, pues para que Juan haya siquiera considerado quitarse la vida, ha tenido que pasar por múltiples situaciones altamente traumáticas y estresantes que han socavado y dejado huellas en su interior.

Por ejemplo, si Juan ha sido víctima de violencia y maltrato durante su infancia, censura emocional, exclusión y sufre de una inmensa sensación de inadecuación, puede considerar el suicidio como una de sus opciones. Adicional a esto, si Juan hubiera padecido de ansiedad o depresión por un largo período, esto sería otro factor de riesgo para su vida.

El dolor emocional que padece una persona que considera el suicidio puede empezar en cualquier parte. Quizá muchos chicos como Juan tengan que enfrentarse diariamente a una situación de estrés emocional cuando asisten a la escuela.

El bullying, también conocido como acoso escolar, es un fenómeno al que muchos adolescentes o adultos jóvenes están o han estado expuestos en alguna oportunidad. El acoso escolar es típicamente definido como cualquier forma de maltrato entre pares o personas de la misma edad con la intención de intimidar a la víctima. Para que sea considerado bullying, el maltrato debe ser repetitivo y duradero en el tiempo.

La víctima, que en este caso pudiera ser Juan, usualmente se siente débil e indefenso ante la situación, quedando entonces en una posición de mucha vulnerabilidad para desarrollar ansiedad, depresión o algún otro padecimiento psicológico.

Un estudio en Finlandia encontró que el 20% de los niños que fueron agresores de pequeños, tenían algún padecimiento de salud mental que necesitó ser atendido en su adolescencia. Entonces, esto comprueba que la dinámica de agresión impacta, no solamente a la víctima, sino también al victimario, que también podría ser Juan.

Juan, luego de estar expuesto de manera prolongada a una situación de bullying, aunado a sus otras experiencias de trauma, entra en un estado de indefensión generalizada donde puede llegar a tener pensamientos como “esto jamás se acabará”, “esto va a durar toda la vida”, “nadie me ayudará a salir de esto”, y por ende, empieza a considerar el suicidio como una opción viable para acabar con el sufrimiento.

‘Bullying’ y suicidio: hablemos de prevención

‘Bullying’ y suicidio: hablemos de prevención

Previniendo el ‘bullying’, previniendo el suicidio Estas son algunas recomendaciones de prevención, no solo para Juan, sino para todos los que queremos crear un impacto positivo y poner un granito de arena en la lucha por crear conciencia.

El factor de protección más importante para todas las personas que se encuentran en sufrimiento prolongado sería poder contar con diversos sistemas de apoyo sólidos y consistentes que los acompañen en su mejoría. Estos sistemas pueden estar conformados por personas en el colegio, en la familia, el psicólogo o profesional idóneo, los amigos de la barriada e incluso organizaciones dispuestas a crear una diferencia en los colegios.

Adolescentes y jóvenes • No te quedes callado, reporta el acoso. • Busca alguien de confianza con quien puedas conversar sin sentirte juzgado, ni criticado. • Mantén límites personales sanos que te permitan tener mejores relaciones y evita amistades tóxicas. • Participa en movimientos como Ni uno más, llévalos a tu escuela y conviértete en embajador de salud mental.

La familia • Observa y presta atención a tus hijos. Valida lo que sientan, escucha lo que hablen y atiende cualquier cambio que manifiesten (desempeño escolar, cambio de amigos, aislamiento, pérdida o aumento de peso, etc.). • Brinda en el hogar un ambiente de seguridad, confianza y estabilidad por medio de una comunicación asertiva, empatía y unión familiar. • Promueve el sentido de pertenencia, involucra a los chicos en las actividades familiares, toma en cuenta su opinión.

La escuela • Brinda apoyo psicológico a los estudiantes que puedan presentar algún problema emocional, dale seguimiento y refiere a profesionales idóneos para una mayor atención. • Invierte tiempo en capacitaciones para los chicos, profesores y padres. Educar a todo el sistema garantiza un impacto más efectivo en la prevención. • Promueve en todo momento valores que fomenten en los chicos un sentido de pertenencia y respeto, para que así se sientan más seguros y protegidos.

La sociedad • Promueve psicoeducación a través de campañas de prevención. • Practica la empatía para lograr brindarle a las víctimas o personas en situaciones de riesgo un acompañamiento seguro y estable. • Brinda información adecuada sobre el buen uso de las redes sociales y el internet para la transmisión respetuosa de contenido, y así evitar que puedan afectar a otros. • Exhorta a las personas en riesgo a buscar ayuda de un profesional idóneo.