La cascada de acusaciones de acoso sexual no ha parado desde el pasado 5 de octubre. Un artículo publicado en el periódico estadounidense The New York Times dejó descubierto el secreto de uno de los hombres más influyentes del cine: el productor Harvey Weinstein. Esta situación provocó indignación en todo el mundo, de hecho, el cineasta fue despedido de su empresa, Weinstein Company. Las actrices Jane Fonda y Emma Thompson añadieron que Weinstein era solo la punta del iceberg, y estaban en lo correcto.

Kevin Spacey, el premiado actor de House of Cards, también ha sido acusado de comportamiento sexual inapropiado. A él se le unen Terry Richardson, fotógrafo de moda; Ethan Kath, músico, y, al momento de cerrar esta nota, Ed Westwick, protagonista de Gossip Girl. Las acusaciones hacia Harvey Weinstein impulsaron un efecto dominó que aún no se detiene.

¿Y por qué callaron hasta ahora?

Una pregunta que se repite en estos días es por qué las víctimas esperaron tanto para hablar.

La psicóloga panameña Celia Moreno explica que muchas víctimas se sienten humilladas, atemorizadas de perder su trabajo, con miedo de causar problemas en el entorno, y muchas veces se culpan Además, la probabilidad de que tu testimonio sea puesto en duda es muy alta.

Las víctimas de Harvey Weinstein tienen algo en común: todas declararon que nunca habían dicho nada porque tenían miedo; un temor justificado si se considera el poder del productor, que podía arruinarles su carrera.

¿Por qué las victimas de acoso esperan tanto tiempo para hablar?

¿Por qué las victimas de acoso esperan tanto tiempo para hablar?

Consecuentemente, en Panamá, aunque la mayoría de las mujeres confirma haber sido acosadas, tan solo una mínima parte de ellas ha interpuesto una denuncia. En todo 2016 solamente se interpusieron 53 denuncias de acoso sexual, de acuerdo con datos del Ministerio Público.

Bastó con que una mujer denunciara los abusos para que el resto hablara, esto lo describe la psicóloga Celia Moreno como el “fenómeno invitativo”, en el que al ver a otra persona denunciar con valentía y confianza en sí, la reacción es compartir también su experiencia sin sentirse tan vulnerables.

OTRA FORMA DE VIOLENCIA

Para la abogada y activista por los derechos humanos Corina Rueda, el acoso se trata de otra forma de violencia de género. “Estos pequeños vestigios de violencia de género se van masificando. Todo forma parte de una gran cadena, no se pueden desligar los elementos”, afirma.

“Aquí en Panamá no existe una ley que nos proteja contra ese tipo de acoso”, y agrega que también sería de utilidad insertar educación integral en sexualidad para ir eliminando los roles de género que le inculcamos a los hombres desde pequeños.

¿Por qué las victimas de acoso esperan tanto tiempo para hablar?

¿Por qué las victimas de acoso esperan tanto tiempo para hablar?

No tomárselo a la ligera y otras medidas.

Para empezar, debemos crear ambientes que protejan a las víctimas. Muchas mujeres afirman que prefieren callar porque no les creen, y tienen razón. Cada vez que hay una acusación, la respuesta de los denunciados apunta a destruir su credibilidad y el ambiente se llena de preguntas como: “¿Por qué no dijo nada antes? ¿Por qué siguió ahí?”. No se trata de negar el debido proceso, pero sí de abandonar los prejuicios contra quienes denuncian.

NO ES PIROPO

La diputada Ana Matilde Gómez presentó el proyecto de ley 213 que previene, prohíbe y sanciona el hostigamiento, acoso callejero, acoso sexual, favoritismo, sexismo y racismo en todos los ámbitos. Este proyecto fue aprobado el 28 de abril de 2017 en tercer debate, la asamblea lo mandó al Ejecutivo, el cual tenía 30 días para vetarlo o sancionarlo, sin embargo, no se ha hecho ninguna de las dos. Sigue en manos del presidente Juan Carlos Varela.

Alega la diputada que las madres, hijas, esposas, novias y todas las personas tienen derecho a caminar por los espacios públicos sin ser incomodados.

“No es lo mismo una galantería bien pensada y respetuosa dicha por alguien a quien le consentimos esa confianza, que una grosera expresión de alguien que no sabe controlar sus impulsos y cree que tiene derechos que no le hemos dado”, dice.

Agrega, que esto no es parte de la cultura, sino una expresión machista. La Asamblea Nacional podría sancionarla por su propia cuenta, sin embargo no existen indicios de que vaya a ocurrir.