El ladrido es un mecanismo natural de expresión emocional que tienen todos los perros, a excepción del basenji, oriundo del Congo, que emite un sonido gutural bastante particular.

Otras formas de comunicarse son los aullidos, gruñidos y, por supuesto, el lenguaje corporal. Hay diversos tipos de ladridos, y acorde a su tono, repeticiones y sostenibilidad, significan mensajes diferentes.

Existen razas más propensas que otras a ladrar y esto está íntimamente relacionado con su funcionalidad y también el tamaño. Los perros que trabajan en jauría, como los beagles, basset y los energéticos cazadores de cueva terriers y schnauzer, tienden a ser más ladradores. También los chihuahuas, malteses y otros chiquitos del grupo de compañía; a veces lo hacen en exceso, pero en este caso es generalmente por un problema de miedos, inseguridad o mala educación por parte de su gente, que los consiente y humaniza otorgándoles poder que los pequeños ejercen a través del ladrido.

Un perro puede ladrar por aviso, peligro, miedos, defendiendo su territorio, por juego, etc., pero también por trastornos compulsivos.

En general, este tipo de ladridos no tienen fin y no hay una causa justificada que los genere. Son el síntoma de un problema mayor y su origen puede deberse a varios factores, desde frustración o malos tratos hasta algún tipo de trastornos neurológicos.

Cambiar esta conducta es difícil, pero no imposible. En primera instancia, es aconsejable un profundo chequeo médico para descartar algún trastorno neurológico. Si este existiera, el médico veterinario podrá recomendar alguna medicación paliativa acorde con la severidad.

Si no hubiera ninguna enfermedad orgánica, es imprescindible establecer un régimen estricto de rehabilitación conductual.

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¿Qué se puede hacer?

¡Mi perro ladra mucho!

¡Mi perro ladra mucho!

 

1. Una rutina de ejercicio físico.

No será la solución definitiva, pero sí una buena canalización de energías que ayudará a aliviar el estrés. Se debe hacer de forma regular, ya que de otra manera será en vano

2. Sacar de foco y cambiar los hábitos del perro.

Si ladra ante determinadas situaciones, tiene dos opciones. La primera es cambiar totalmente la escena causante del problema, ya sea lugar, horario u otros. La segunda opción es enfrentar el problema, y mientras sucede, sacar de foco al animal con algo llamativo hasta que se vuelva inmune al motivador, ya sea el elevador, puertas, otros perros etc. Según mi experiencia, esto es lo mejor, siempre y cuando se haga correctamente.

3. Collares con sustancias correctivas o ultrasonido.

Existen collares que al sobrepasar el perro determinado volumen de ladrido, emiten sustancias con olores desagradables para ellos, y otros, con sonidos de alta frecuencia muy molestos para el oído canino. Funcionan bien en algunos animales, pero son los menos. Estos collares no generan electricidad u otro tipo de maltrato.

4. Utilizar comida.

¡Muchísimo cuidado con el uso de la comida! Se utiliza para desviar su atención y sacarlo de la situación en que se encuentra. Solo se le debe proporcionar como un refuerzo positivo en el momento que haga silencio. Un error muy común es brindarle un bocadillo mientras está ladrando para hacerlos callar. De esta forma, usted solo los estará adiestrando para que siga ladrando, ya que asociará el ladrido con el premio que recibe.

5. Buscar ayuda profesional.

Los perros no ladran por gusto, siempre hay un significado, y determinar el origen es muy importante para solucionar el problema. Si nada le resulta, no relegue a su perro; de esta forma estará agravando el cuadro. Consulte con un profesional idóneo que lo ayude en la rehabilitación.