Aproximadamente, el 45% de las personas duerme con sus perros, según estadísticas de diferentes países.

Alrededor de este tema se tejen diversas opiniones que van desde los perjuicios que puede ocasionar en nuestra salud e incluso en la interrupción de una buena calidad de descanso.

Para muchos, compartir la cama con ellos es un hecho frecuente que a los perros también les encanta.

Ellos son animales gregarios que interaccionan con su manada de diferentes formas. Al momento de incorporarlos a nuestra familia, independientemente de las diferencias entre especies, pasamos a ser parte de su grupo social. Desde cachorros, y en las primeras etapas de su vida, los perros duermen con su madre y hermanos, incluso uno sobre otro. Al pasar del tiempo adoptan otras posiciones, pero siempre compartiendo el espacio con sus congéneres.

Si trasladamos esta modalidad a la convivencia con nosotros, podremos entender la connotación que tiene nuestra cama y cercanía para los perros. Si a esto le sumamos que es un lugar de altura, donde el control es mayor, no hace falta análisis demasiado profundos para comenzar a entender.

Además, el hecho de dormir acompañados los hace sentirse protegidos, que tal vez no sea demasiado necesario en el contexto del hogar, pero recordemos que ellos siguen actuando según el mandato genético de su especie.

En cuanto a nosotros los humanos, elegir dormir con el perro puede tener diferentes explicaciones. Algunas de ellas también nos remontan a nuestra esencia más primitiva cuando un sensible guardián era necesario para alertar de los peligros, pero también es indudable que el amor que sentimos por los animales (y la ternura que nos generan) es un motivo más que válido e imposible de refutar ante cualquier lógica médica o psicológica.

Sin embargo, debemos tener en cuenta algunos puntos para que compartir la cama no se convierta en un problema.

 

PRECAUCIONES DE CONDUCTA Y SALUD

Para los perros, el lugar donde se duerme es muy importante, ya que allí también es un espacio de poder, donde la jerarquía pesa. Hacerlo de una forma organizada y con límites claros, asignando al animal un espacio de la cama, no representa problemas de conducta. Si es el perro quien dispone dónde acostarse y nosotros nos vamos adaptando a sus posturas, ya es otra cosa.

En la cama, además, hay demasiadas feromonas emanadas por nuestra piel y el control de este territorio tiene una implicación mucho mayor a lo que podemos observar a simple vista.

En cuanto a la salud, decir que no existen enfermedades transmisibles, sería mentir, pero lo bueno es que se pueden evitar o atender tempranamente con controles veterinarios periódicos. Básicamente, mantener al animal libre de parásitos externos e internos es lo primordial, y para esto existen actualmente en el mercado diversas opciones sencillas y efectivas que el profesional le recomendará acorde al caso.

La modalidad de utilizar dos pares de cómodas botas plásticas en los paseos y quitarlas antes de entrar a la casa es muy útil, ya que se evita traer de la calle cualquier suciedad que pueda resultar nociva.

En definitiva, dormir con un perro sin riesgos solo requiere tomar en cuenta normas de higiene, salud y conducta. En el caso de personas alérgicas, obviamente no es recomendable. Ante cualquier duda, haga una interconsulta con su médico personal y el veterinario.