[vc_row][vc_column][vc_single_image image=”45072″ img_size=”full”][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_column_text]Diana de Gales falleció de una hemorragia pulmonar a las 4:00 de la madrugada del 1 de septiembre de 1997. Las incógnitas en torno a las circunstancias en que se estrelló el Mercedes en el que viajaba con su compañero sentimental Dodi Al Fayed, contra una de las columnas de hormigón del puente Alma de París, siguen abiertas.

El traslado al hospital de la princesa de Gales en gravísimas condiciones tardó 45 minutos, cuando se requieren solo 7 hasta el centro sanitario más cercano. Tras la agonía, su cuerpo fue embalsamado sin una autopsia previa, una práctica fuera del protocolo forense ordinario que contaminó las pruebas para siempre. Además, la identidad del motorista que pasó por el túnel a la hora del accidente completamente cubierto nunca ha sido desvelada.

20 años después de la muerte que consternó al mundo, la investigación de tres reputados periodistas franceses de la revista Paris-Match, Jean-Michel Caradec’h, Pascal Rostain y Bruno Mouron, basada en parte en un expediente policial de 8 mil folios hasta ahora confidencial, trata de arrojar luz sobre lo que sucedió realmente aquella fatídica noche.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_single_image image=”45073″ img_size=”full” alignment=”center”][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_column_text]El libro ‘Qui a tué Lady Di?’ (¿Quién mató a Lady Di?), que llegó a principios de junio a las librerías de Francia, descarta las hipótesis rocambolescas que apuntaban a una conspiración de la casa real británica, a un atentado terrorista o a un asesinato, premeditado, y concluye que la clave de la muerte de la princesa del pueblo radica en el coche y su conductor.

Ese mortífero Mercedes S280 era propiedad del Ritz, y, en última instancia, del padre de Dodi, Mohamed Al-Fayed, un vendedor egipcio que se convirtió en una de las fortunas más grandes del Reino Unido cuando compró Harrods en 1985 y desarrolló toda una línea de empresas inmobiliarias. La pareja cenaba en el restaurante del hotel parisino mientras un ejército de paparazzi les esperaba en la puerta para conseguir una imagen de su reciente amor, que después venderían al mejor postor.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_single_image image=”45074″ img_size=”full”][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_column_text]Entonces Dodi Al-Fayed inventó una estrategia para evadir los pesados flashes. Su coche habitual, otro Mercedes, saldría por la puerta principal escoltado por un Range-Rover, mientras que él y Diana de Gales saldrían por la trasera. Para conseguir el coche que habría de despistar a los reporteros, la dirección del Ritz llamó por teléfono al propietario de la empresa de alquiler de limusinas Étoile, Jean-François Musa, subcontratada en exclusiva por el hotel, quien les ofreció un despampanante Mercedes S280 negro que, sin embargo, fue una trampa mortal.

“Ese coche del Ritz era una chatarra y nunca debería haber vuelto a circular”, explicó Rostain, uno de los autores del libro a la radio francesa RTL. La investigación cuenta con un testigo fundamental. Eric Bousquet, un alto ejecutivo publicitario que lo compró por 85 mil euros en 1994, con tan mala suerte que se lo robaron a los tres meses. El ladrón tuvo un gravísimo accidente con él, en el que dio más de 12 vueltas de campana. El coche fue considerado siniestro y, según las explicaciones de Bousquet, el seguro le devolvió el precio pagado por él, “ya que era más o menos nuevo”.

“Fue valorado como un coche peligroso. Me hubiera gustado haberlo recuperado, pero me dijeron que era imposible”, comenta. Era un coche maldito. No solo no acabó convertido en chatarra, sino que fue reparado y revendido con nueva matrícula al jefe de la empresa de limusinas Étoile por 40 mil euros. Esa versión coincide con la de Karim Kazi, exchofer del Ritz, quien advirtió en varias ocasiones a sus superiores que ese coche daba bandazos y que era peligroso.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_single_image image=”45075″ img_size=”full”][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_column_text]“A partir de los 40 kilómetros por hora era imposible controlarlo”, explica Kazi. Pero además de un coche en pésimas condiciones, al volante se puso el jefe de seguridad del Ritz, Henri Paul, quien había abusado del alcohol y los antidepresivos aquella noche. “Tomaba dos medicamentos por su alcoholismo y tres antidepresivos, y tenía 1.81 gramos de alcohol en la sangre. No tenía permiso para turismos de lujo y no tenía derecho a conducir ese coche”, sostiene Rostain. El diseño macabro estaba servido: el chofer conducía a toda velocidad, borracho y drogado, un coche averiado tratando de esquivar a más de 190 kilómetros por hora el acoso perturbador de los fotógrafos. 60 días de romance entre el egipcio millonario y la princesa de Gales que acabaron estampados brutalmente contra una columna de hormigón bajo el río Sena.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_single_image image=”45076″ img_size=”full”][vc_column_text]El monumento de la Llama de la Libertad se convirtió en un punto de encuentro de los fanáticos de Diana.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]