[vc_row][vc_column][vc_single_image image=”45022″ img_size=”full”][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_column_text]Millones de personas vieron en sus televisores de tubo imágenes de la boda real de la década, el 29 de julio de 1981. La hermosa novia, de 19 años, y el príncipe Carlos que ya estaba en la treintena.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_single_image image=”45023″ img_size=”full”][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_column_text]Asistieron 3 mil 500 invitados. Dos millones de personas los saludaron en las calles. Era el enlace del heredero al trono, por lo que se preparó con más pompa que la unión de William y Kate, 30 años después.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_single_image image=”45024″ img_size=”full”][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_column_text]Diana estaba enamorada, pero el novio amaba a otra, Camila Parker Bowels, casada entonces, y con quien se uniría ocho años después de la muerte de Diana.

La rigidez del protocolo monárquico y sus personalidades distintas, él intelectual y retraído y ella más carismática y sociable, tampoco ayudaron a consolidar la relación de la pareja.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_single_image image=”45025″ img_size=”full”][/vc_column][/vc_row]