El amor tiene muchas fases. Unas, más profundas que otras. Con el paso del tiempo, te das cuenta de que te dejan varias lecciones y raíces profundas en el alma.

Uno

Mi primera lección de amor fue con mi esposo. Nuestra relación después de 19 años no era muy diferente a cualquier otro matrimonio.  Cuando decidimos casarnos mi papá me preguntó: ¿estás segura? Y yo le contesté “sí, porque el va a ser de los que se levantan en las madrugadas cuando nazcan nuestros hijos y me cuidará cuando esté enferma. Estoy segura de que si buceando se nos atraviesa un tiburón, él se lanza en frente para salvarme”.  No me equivoqué. Esta no ha sido mi primera operación. En todas las anteriores sus cuidados han estado llenos de amor.

Sin embargo, cuando enfermas de cáncer y todo en ti cambia, la cosa es distinta.  Mi semblante cambió, mi cabello se cayó y me siento débil muchos días. Hasta hoy solo escucho de sus labios: “mi amor que linda que estás” “Te amo”… si esto no es amor, no sé que es.

Dos

La próxima lección de amor vino de mi familia entera.  Mis hermanas y mis padres sufren a la par cada paso que doy. Mi primo, mi hermano, se puso su pin de la cinta rosada y cada uno de mis primos hermanos se ha manifestado, incluso alguno que se había distanciado por diferencias tontas. La lección aquí es perdonar.

Tres

Mis amigas. Tengo una muy especial que me escribe todos los días para saber cómo estoy. Si por ella fuera se muda a mi casa. También tengo compañeras del colegio que se han ido enterando y quieren acompañarme en el proceso. A algunas no las frecuenté en años.

Mis amigas de antiguos trabajos se han convertido en cuasi hermanas. Me apoyan incluso para buscar los uniformes escolares de los niños en Fermín Chan.  Pero la lección más profunda fue el reconocer que aunque pase el tiempo, hay gente que siempre va a estar allí para ti.

Cuatro

Otra de mis lecciones la recibí en mi trabajo con mis compañeros y colegas. Su cariño, su apoyo ha llegado a unos niveles inesperados.  Todos los días recibo mensajes de amor, de gente que se ha ido enterando; gente que de alguna forma ha vivido lo mismo, a través de sus esposas, madres, o hermanas.  

El nacimiento del blog de María Antonieta es parte de esa manifestación de amor.

Por ellos, en agradecimiento, hago el esfuerzo de levantarme y verme lo mejor que pueda,  pues sé que alguien me está observando.

Una más

Pero la lección más importante fue el amor a Dios. Antes de que todo esto pasara yo sentía un vacío grande. Nada me llenaba. Íbamos a misa y nada. Me confesaba y nada. Incluso, cuando recibí la noticia y fui al Santísimo, quizás con la soberbia de que yo me merecía que todo estuviese bien, no sentí nada. Pero poco a poco, al empezar a rezar el rosario, recibí tranquilidad para que esto sea más llevadero. Y me volví a conectar con Dios.