Hoy, viernes, es día de las mujeres. Me toca salir al supermercado y como mi cédula termina en el número siete, mi horario de compras es de  7:00 a.m. a 8:00 a.m., con media hora, adicional, para llegar y media hora más para regresar a casa.

El primero de abril Panamá propuso esta idea que al parecer no se le había ocurrido a otro país. De lo contrario la BBC Mundo y otros medios de comunicación internacionales no habrían hecho referencia a “la insólita” medida de Panamá de separar las salidas a la calle de hombres y mujeres  para disminuir la propagación del coronavirus.

Un par de días después Perú hizo lo mismo. La diferencia estaba en que allá los hombres salían lunes, martes y miércoles mientras que las mujeres lo hacían martes, jueves y sábados. Pero el país suramericano pronto retiró la propuesta, al parecer el día que debían salir las mujeres los mercados se abarrotaban y de distanciamiento social no quedaba nada, además hubo denuncias de acoso policial a las personas transgénero.

Perú optó por imponer que un solo miembro de la familia saliese al día a comprar los víveres. Ya quedaba de cada quien ser honesto y salir uno por hogar.

En Panamá, la medida ha tenido sus detractores. Un grupo, con razón, son los defensores de los derechos humanos de las personas transgénero. En otra esquina, totalmente alejada, están los que se lamentan porque llevamos tres semanas en que se ha impuesto cuarentena absoluta los sábados, así que los hombres se quedan con un día menos.

Pienso que la fórmula que al mundo le pareció ¿extraña? la entendimos bastante rápido porque desde chiquillos nos criaron segregando a mujeres y hombres.  Para cantar el himno las filas eran divididas según el sexo. Al menos en mi escuela, las clases de educación física también y hasta las escaleras, también. Sí, hombres subían por una y las mujeres por otra escalinata. La verdad que ahora eso me parece muy extraño.

Pensé que estas manías la habíamos superado, hasta que descubrí en ciertos  cumpleaños dos piñatas: una de niños y otra de niñas. Les digo: estamos obsesionados con ese tema.

En redes sociales se hizo famoso un video donde se veía a un montón de hombres comprando en el supermercado llevando una lista. Sin ese papelito parecían perdidos en ese sitio de compras. Sí, ya sé, las mujeres también usamos lista pero hechas por nosotras.

Vivimos en una sociedad donde las mujeres son las administradoras del hogar. Saben si hay papel, pasta de diente, y cuál es la mejor marca de jabón. Saben dónde no comprar jamás carne y cuándo una oferta no lo es. Ya es hora de que eso cambie.

Aparte de los días de salida, está el tema de las horas. A mí me gusta mi horario, el más temprano de todos, pero al ir al supermercado me quedaba la duda de que por ser muy temprano aún no estaba abastecido. Hasta que un día mi hermano me contó que como le toca a las 4:00 p.m. cuando va, tampoco encuentra mucho. Ya se lo llevaron. Seres humanos al fin, siempre tenemos un motivo de queja.

Esta experiencia nos ha enseñado a valorar hasta el tiempo que disponíamos para hacer las compras.