Llegó la noticia de que los niños ¡al fin! pueden salir.

Aunque sea un ratito, acompañados de sus padres a la hora que les toque. Tendrán chance de estirar las piernas y  tomar sol. ¡Qué bueno! ¿No? Los niños estaban pasándola muy mal. Desde el 10 de marzo encerrados.

Espérate, un momento, pero ¿cómo así que solo puede salir un niño por familia ¿y los hermanitos? Además, tienen que salir con mascarilla, no pueden tocar nada, salir es peligrooooooso. ¿Por qué exponerlos?  Yo no voy a sacar a los míos.

Ya se puede comprar en línea en las ferreterías. Eso está bien, que se empiece a reactivar la economía, de a poquito. Pero ¿quién va a comprar una guachita online? ¿o dos tornillos? ¿Eso te lo van a traer a la casa? Mejor es esperar.

Ahora sí abrirán los locales físicos de las ferreterías. ¿Pero por qué no avisaron con más tiempo? ¿Y los salvoconductos? ¿Y quién se queda con los niños de los trabajadores?

¿Levantaron la ley seca? Ya era tiempo. Panamá era el único país, no teocrático, que tenía semejante restricción.

Vaya, vaya: dieron prioridad a eso antes que a la salida de los niños. Importan más la sed de los bebedores que la salud mental de un inocente niño. ¡Qué barbaridad! ¡Me dueles, Panamá! Y seguro hay una doble intención en quitar eso primero. Nos quieren endulzar… no, embriagar la píldora de lo que viene.

¿Y para cuándo las peluquerías?

Por estos días de todo hay dos puntos de vista bien distintos: – Habrá rebrotes si abren todo, contra: ¿Cuando van reactivar la economía? – Quédate en casa, contra: No todos se pueden dar ese lujo – Mantengan la cuarentena, contra: Papá estado nos restringe las libertades– Obliguen el uso de mascarillas contra: ¿Y los que no pueden comprarlas?

Por fortuna vivimos en un país donde se puede pensar y expresar. No nos van a restar crédito social por cuestionar y dudar de las decisiones del Gobierno. Cuando mucho, habrá que batirse en duelo en las redes sociales para defender una idea. Bueno, los que quieran desgastarse en eso. Les advierto que eso es un berenjenal de opiniones y no todos las expresan con respeto.

Nadie está conforme ni lo estará por un buen rato. La incertidumbre que nos da a tomar esta época no calma la sed. Sí, muchos meditan, rezan, leen material de pensamiento positivo, pero aún así son tiempos duros. Así que quienes tienen que tomar decisiones -y lo hacen de buena voluntad- van a escuchar muchas quejas y tienen que tener paciencia.  Y es bueno que las autoridades sepan que sus elecciones son observadas.

Mientras escribo esta nota mi gato me está mirando fijamente. No leo la mente de gatos. Pero estoy segura de que se pregunta porqué ahora pasamos tanto tiempo en casa, haciendo ruido, interrumpiendo su siesta de las 2:00 p.m. Antes le aburría pasar tanto tiempo solo, ahora quisiera un poco de silencio. Está inconforme.