Estoy parada frente a un puestito de raspadura, bienmesabe y alfeñique en la ciudad de David. No sé qué comprar. El vendedor, un señor mayor, ni se inmuta en apurarme; tampoco lo hace la parroquiana que está sentada a su lado que me imagino es de su familia. Tan metidos están en lo suyo que les escucho esta conversación como si yo no estuviera:

— Este puesto [el de la venta] está como los dientes de tía Giña. Ñiqui, ñiqui, ñiqui. Se tambalea.

— Así está bien.

— Qué va a estar bien. Hay que mandarlo a arreglar.

— Yo lo mandé a hacer así —insiste el señor, sin que se le levante un pelo, muy calmado. —Así me avisa cuando hay temblor.

Después de oírlos y reírme me decido por el bienmesabe.

Es sábado, un día después del juego de fútbol de Panamá con Jamaica, pero no tengo idea de quién gano y tampoco me afana el no saberlo. No me miren así.

El amigo Coco García, que nos ha apoyado en esta gira de trabajo por Chiriquí y esa mañana había quedado de llevarnos al aeropuerto, me confirma que el juego quedó cero a cero. Lo más triste, dice él, fue que se fue la luz en David, así que se perdieron una parte.

De lo que pasó en el partido me voy enterando después por los pedacitos que me cuentan. Una amiga me dice que jugaron con chapaletas por el palo de agua que cayó; mi hermano me comenta que Panamá no pudo hacer gran cosa porque llovía horrible. Mi mamá lamentó que “dejaron el Rommel lleno de basura e imagínate que hasta abuchearon a los jugadores”.

El fútbol es de verdad un deporte apasionante. Solo así se pueden explicar las alegrías y los corajes que provoca en los fanáticos. A un aficionado de la selección de Panamá le oí decir en la radio: “Dely Valdés no tiene derecho a robarnos el sueño de ir a un Mundial”. Y en serio su voz se oía desgarradora, como si sintiera que le estaban quitando algo.

Cada vez que Panamá juega nos entra a los fanáticos una fiebre inexplicable. No sé de dónde salen frases como: “Vamos a ganarle a esos &%#/”, “Vamos a ponerle 4 a 0”. Al respecto un amigo mío dice: “El pez muere por la boca. Por eso es que salan el juego ¿Acaso el otro equipo va a entrar a la cancha con los pies amarrados?”. Bueno pues.

Los medios de comunicación, sin mala intención, tenemos parte de la culpa en exacerbar los ánimos. Está bien que hay que apoyar el fútbol, ¿pero es necesario martillar con el tema desde el noticiero de la madrugada?

Mientras escribo estas líneas todavía no se ha jugado el partido Honduras- Panamá. Lo que sí es cierto es que si el equipo ganó, ganamos, y si perdió, perdieron.

PD. No importa si me llevo una rechifla de parte de ustedes, pero un partido de fútbol es eso: un juego.