No sé si es bueno, pero me gusta viajar. Me relaja subir al avión y sentir que me alejo y me desconecto por un rato. Me emociona llegar a un aeropuerto, nunca antes visto por mí, e imaginar lo que me espera allá afuera. Golosina para los ojos.

Tacho de aquí la aduana, las filas, las revisiones, el suba las manos, quítese los zapatos, ¿lleva líquidos? En eso ni pienso, por supuesto. Me concentro en el viaje.

Cuando viajo quiero ir a los mercados y a los supermercados, creo que allí entiendo mejor a la gente. Quiero ver los señores que venden comida en la calle y leer los letreros de las tiendas, pues allí, justo allí, me convenzo de que estoy en otro país.

Me encanta lo nuevo, lo diferente. Aunque siempre tengo la luz amarilla encendida. La que me advierte: ‘cuidado, todo es emocionante, pero no estás en tu país, aquí no puedes darte el lujo de perderte, extraviar la cartera y menos parecer extranjera’, aunque a veces me cuesta esto último.

Y ahora, a las puertas de 2018 estoy haciendo también la maletita, viendo qué me voy a llevar y qué voy a dejar.

Quisiera decir que me voy a llevar solo pensamientos positivos, sonrisas, entusiasmo, ganas de abrazar a la gente en la calle, pero sabemos que no es cierto. Además, ¿de qué habría servido tantas caídas, los chichones y experiencias difíciles si las olvido? Me tengo que llevar sus lecciones.

2018, empaco zapatillas porque quiero hacer más ejercicio. Trajecitos bonitos, estoy pensando que este año no fui a suficientes fiestas. Un vestido de baño para ir a la playa, que este año apenas si fui una vez, y también unos zapatos cómodos para caminar mucho, aprovecharé que hay más aceras en la ciudad, pero también algunos tacones que a veces son necesarios, para que respeten.

Crema de manos para humectarlas después de mucho teclear; pastillas para combatir la apatía (mejor chocolate) y me llevo un ungüento de fe, pediré un galón porque eso siempre falta. Aunque también agrego un gel de escepticismo, por si las moscas. Aprovecho que en este viaje no se paga sobrepeso.

Año nuevo, me preparo para llegar a ti y ver a dónde me quieres llevar, o mejor dicho, hasta dónde podemos ir juntos. Déjame cerrar la maleta. Estoy lista.