Pasen, pasen (aplauso incluido) entren a la feria de las quejas.

Primer acto: Hace unos días se publicó una lista de la percepción de corrupción en los países del mundo. CNN en español hizo la noticia, y cómo no, incluyeron las opiniones de la gente en Twitter. ¿Que hacían los noticieros antes de Twitter? @pandulfo00 opinaba que esa lista era mentira porque su país -uno de Centroamérica- era el más corrupto. @suripico-pico decía mentira porque su país (uno de Sudamérica) era el campeón de la corrupción.  Y así seguían los mensajes de badulaques de diferentes países (por lo menos no vi uno de Panamá) peleándose porque se reconociera a su país como el más corrupto.

A punto estuve de darme contra la pared. Es como si en una barriada se hiciera la lista de las familias más disfuncionales, más resquebrajadas, más desapegadas, y cuando saliera el resultado el que quedó en el puesto 15 reclamara por no haber quedado de primero. ¿En qué cabeza cabe?

Si yo creo que mi familia y mi país andan tan manga por hombro, en vez de querer agarrarme a trompadas porque encabece la lista de los peores, lo que tengo que hacer es ¡caramba!, ponerme a trabajar por mejorarlo.

Segundo acto: En una fila del Seguro Social escuché a dos mujeres:– Fulanita, tiempo sin verte. Mira dónde nos encontramos. Aquí ando mal de la presión y con problemas de azúcar. Además, luchando porque tú sabes que Rudecindo no gana mucho.– Amiga, eso no es nada. Yo tengo presión alta, diabetes y me tienen que hacer un examen que cuesta como 800 dólares porque en e  Seguro se dañó la máquina. A Goyo me lo botaron hace un mes.

Este es solo un ejemplo del concurso de a quién le va peor. Una de las atracciones favoritas de la feria de las quejas.

Si uno dice que tiene piedra, el otro responde “yo no tengo vesícula”.  Si uno dice que su hijo va mal en la escuela, la otra revira “el mío trajo tres fracasos en el boletín”. ¿En serio alguien quiere ganar la competencia de a quién le va peor?

Además, no hay ninguna norma de urbanidad que diga que cuando alguien te cuente sus problemas tú debas zamparle los tuyos.

Tercer acto. Me reúno con una periodista colombiana que me felicita por lo bien que le va a Panamá. Cuán desarrollada se ve, pujante (ya iba a decirle que ella no tenía idea de los tranques, el calor, lo caro que está el pollo…) cuando me dijo: lo más rico es esa paz que ustedes viven, eso de no tener temor de que algo malo va a pasar en cualquier momento. Caí en la cuenta de que su país lleva años luchando por recuperar la paz, por dejar atrás los episodios de bombas, secuestros y muertos.

En 2014 quitemos el permiso de operaciones a la feria de las quejas. Pasemos tiempo gozando de lo que tenemos, y no quejándonos de lo que nos falta. Y si algo queremos mejorar: manos a la obra.