Cada etapa de la vida tiene opciones y consecuencias financieras. Los jóvenes enfrentan hoy circunstancias diferentes a las de sus padres y abuelos. Muchos inician su independencia financiera después de los 30 años, lo cual tiene consecuencias.

Entre otros fenómenos asociados a estos cambios generacionales, se habla de “adulescentes” o “kidults”, o sea adultos que insisten en creer que aún son adolescentes. No quieren crecer ni ser responsables.

Es un error pensar en los 30 como los nuevos 20, pese a lo que diga el mercadeo. Postergar las acciones provoca una enorme presión sobre asuntos como ejercer una profesión, elegir un lugar para vivir, comprometerse con una pareja, tener hijos o formar un capital.

Muchos jóvenes profesionales entre los 25 y 30 años se encuentran desempleados o subempleados, pues escogieron profesiones u ocupaciones para las que no hay mercado laboral o dependen de empresas en crisis, por lo cual dependen de sus padres por períodos prolongados.

Las consecuencias son obvias:

1. Si se comienza a laborar a principios de los 30, los hijos llegan a finales de los 30 o a inicios de los 40, lo que les obligará a tener que prolongar la vida laboral y las preocupaciones de hacer crecer la familia.

2. Aunque hay honrosas excepciones, comenzar la experiencia financiera más tarde lleva por lo regular al hedonismo y el desborde del gasto. Se olvida la construcción de un patrimonio, pues se elige vivir el hoy.

3. Al preferir el consumo presente, a costa del ahorro a largo plazo, existe la posibilidad de tener puestos sin prestaciones y la insuficiente aportación a los fondos de jubilación, lo cual conduce a un menor monto para la jubilación y refuerza la necesidad de tener que trabajar un mayor lapso.

Dejemos de pensar en los 20 como un tiempo no aprovechable. Aun cuando no ocurra la independencia financiera, se puede sumar en capital humano a través de la especialización, la capacitación en áreas específicas y la experiencia laboral. Utilizar el tiempo en aprender y construir un camino laboral, propio o dependiente, será importante para potenciar la siguiente década.

Pensar en términos de qué quiero lograr en la vida. Imaginarse como una persona feliz y responsable ayudará a ver la década de los 20 como una etapa plena de satisfacciones que cimentará el futuro.