Cuando de pronto vuelves a la soltería, es común que tus amigos y familiares insistan en buscarte una nueva pareja. Es así como surgen los blind dates o citas a ciegas. Y al parecer, en muchas ocasiones, el único requisito para que el individuo sea considerado como un buen candidato es que esté dentro de un rango de edad cercano al tuyo y que también esté soltero en ese momento.

Esta fórmula muchas veces resulta en los blind dates del terror. Creo que todas las divorciadas hemos tenido alguna de estas experiencias que luego nos sirven para reírnos con nuestras amigas. Como una que me contó que salió con un chico que se mostró muy ameno, pero cuando llegó la cuenta, ¡dijo que no cargaba dinero! Ella terminó invitándole la cena al susodicho.

Hace un tiempo yo tuve mi propia experiencia “fuera de este mundo”. Un amigo de la familia me pidió que conociera a una persona que estaba visitando Panamá y resulta que era divorciado, igual que yo. Después descubrí que eso era lo ÚNICO que teníamos en común.

Este personaje me llama y me pide que nos viéramos para cenar una noche de esa semana. Yo estaba terminando mi maestría y salía de clases a las 10:00 p.m., así que acordamos encontrarnos en un restaurante a esa hora. Increíblemente, llego al restaurante y él no había llegado. Me tocó esperarlo más de 15 minutos.

Desde allí se inició una noche memorable, en el peor sentido de la palabra, donde mi date solo hablaba de su exesposa, de lo adinerada que era, de lo bien que vivía con ella, y mientras me contaba todo esto, yo solo podía pensar “¿y entonces por qué te divorciaste de ella?”. Pero después pensé, seguramente ella lo divorció a ÉL.

Como ven, este señor resultó ser un personaje casi de caricatura, que hizo todo tipo de cosas que nunca, repito NUNCA, deben hacerse en una cita, especialmente si no conoces bien a la persona con la que saliste. Primero llegó tarde, tan tarde que ya habían cerrado la cocina (y yo que no había pedido nada por esperarlo, me quedé con hambre. ¡Solo pude comer unos panes!); se puso a fumar sin siquiera preguntar si me molestaba, se la pasó hablando de su ex, y para cerrar con broche de oro, me preguntó cuánto dinero gano y desde hace cuánto no había tenido relaciones sexuales.

En ese punto yo misma no podía CREER todo lo que estaba pasando. No sé de dónde salió esta persona, pero por poco pensé que me estaban haciendo una broma y saldría en algún programa de cámara escondida. Ya con ganas de salir huyendo de allí, me levanté y él me pregunta que si quiero ir a un bar. ¡Yo no podía creer que él aún pensara que yo iba a querer seguir en su maravillosa compañía!

Por primera vez es mi vida dejé atrás la cortesía y fui brutalmente honesta. Le dije: “Esta cita no fue agradable para mí y la verdad no quiero estar más tiempo contigo, ni que nadie más me vea a tu lado”, y me fui. Fue un alivio. ¿Y el amigo familiar que sugirió esta cita? El pobre no tenía idea de quién era esta persona.