A mis 25 años, casada tras un noviazgo de ocho años, con un hijo de un año, me dejaron por otra. Él trabajaba en la empresa de mi familia, y aun así me vi obligada a aceptar que ME DEJARON y que yo no podía hacer NADA.

Estoy segura de dos cosas en la vida: la primera, cómo me llamo, y la segunda, que esto es lo mejor que me pudo haber pasado. Viendo en retrospectiva, yo tenía un matrimonio en donde prácticamente había entregado mi voluntad y dado por sentado muchas cosas en cuanto a mi felicidad, como que tenía que dejar de hacer cosas por mí misma, seguir estudiando, ir al gym, tener reuniones sociales, nuevos proyectos que me retaran, etc.

Cuando él me dejó me fui a vivir al extranjero por un año y estudié mi maestría. Fue muy duro, pero me ayudó a descubrirme a mí misma y a entender que mi mente estaba limitada en tiempo y espacio a él. Eso no estaba para nada bien. Pude expandir mis horizontes mentales, viajar, superar el miedo a estar sola con mi hijo y reconocer que yo era perfectamente capaz de hacer todo lo que él hacía por mí. Entendí que en su caso, una pareja nueva no va a hacer que mágicamente te conviertas en una persona comprometida ni confiable. La luna de miel de hacer algo a escondidas con otra y volver a ser el chico libre sin responsabilidades se le iba a acabar tarde o temprano.

Como un año después me fui enterando de que sus planes no salieron como esperaba. Yo no puse un dedo para causarle males, pero me di cuenta de que hay justicia y nadie es feliz a costa del sufrimiento de otro. Yo ya estaba tan bien que hasta me dio lástima. Me convertí en una versión 100 veces mejorada de mí misma; comprendí lo afortunada que era de que él ya no estaba a mi lado. Yo ya no estaba para ser la culpable y estar escuchando problemas y cogiendo lados por alguien que ni siquiera me ponía de prioridad. Qué delicia recuperar mi paz.

Pude conseguir una persona mejor en todos los sentidos, más guapo, cero machista, de un corazón enorme, se alegra de mis logros, no se siente amenazado cuando tengo la razón en algo, va conmigo al yoga, a los parques infantiles y hasta a la iglesia todos los domingos, y aporta, ama y adora a mi hijo como si fuera suyo.

Lectora, ¡no te preocupes! Vas a ver que si pones de tu parte, te dedicas a ti, dejas de ver las redes sociales de tu ex y alejas a todas las personas que te hablan de él, en un año vas a estar como si nada.

Pídele a tus amistades que no te hablen cosas que puedan sacarte de tu proceso de recuperación por lo siguiente: 1. Te lastima; 2. No puedes hacer nada con lo que te dijeron que vieron; 3. Nadie va a cambiar el hecho de que él falló, aunque te digan que lo vieron pasando trabajo; 4. Retrae el avance alcanzado.

Vas a estar mejor, disfrutando tu tiempo con tus hijos, cocinando para ustedes, cuidándote físicamente, y vas a estar más guapa que nunca porque todo ese tiempo y dinero que le dedicaste a él, ahora te lo vas a dedicar a ti porque te lo mereces.

Sé muy fuerte, que todo va a pasar. Tal vez ahorita ves todo de color gris, pero ya verás cómo tus días se irán aclarando. Disfruta esa cama que tienes para ti solita, mira las series que a ti te gustan y comprométete solo con tus planes.

Que tus tormentas pasen pronto. A la ‘yo’ de hace cuatro años le hubiera encantado encontrar esta columna para no sentirse tan sola y saber que iba a estar tan bien como lo estoy hoy.