“Llevaba meses arrastrando cierto cansancio y malestar…” estas palabras las escribió el actor español Dani Rovira al confirmar en febrero de este año un diagnóstico de linfoma de Hodgkin. Lo hizo público porque es una celebridad y quería evitar las especulaciones sobre su salud. El actor de 39 años de edad, y protagonista de la película Ocho apellidos vascos (2014) tenía el linfoma menos común que se diagnostica en alrededor del 10% de los casos.

Él cumple con el perfil que indican las estadísticas para este tipo de cáncer: tiene menos de cuarenta años y es hombre.

A partir de su anuncio los medios españoles se volcaron a explicar al público la enfermedad y su tratamiento. El mes pasado, el 15 de septiembre se conmemoró el Día Mundial del Linfoma, momento que se aprovecha para hablar de la enfermedad, su diagnóstico temprano y tratamiento.

Hace una semana que me lo han diagnosticado, aunque llevaba ya meses arrastrando cierto cansancio y malestar. Si decido hacer esto público es porque, para lo bueno y para lo malo, soy un personaje público. Y antes de que comience el circo de especulaciones y sensacionalismo en cierta prensa y en redes sociales, prefiero ser yo la fuente principal de información. Tengo cáncer. Ya tiene nombre y apellidos: LINFOMA DE HODGKIN. Hoy es mi primer día de quimio y por delante una larga lucha contra el “bicho”. No tengo miedo. Estoy tranquilo. Llevaré estos meses una mochila, quizá, un poco más pesada en tiempos de incertidumbre, miedos y pandemia. Pero no me faltan fuerzas ni ganas para salir airoso de esta. Tiene buen pronóstico y los doctores me transmiten muy buenas sensaciones. Eso sí, pasaré a formar parte de esa población de alto riesgo cuando las defensas y el sistema inmunitario empiecen a fallarme en unos días, así que tendré que cuidarme, cuidar y dejarme cuidar un poco más. Estaremos peleando y protegiéndonos en casa, con mis tres perretes y con mi compañera de vida, Clara. Cuento con el cariño “telemático” de mi familia y mis amigos. Estoy en manos de unos médicos maravillosos. Confío ciegamente en ellos. Sólo os pido que sigáis como hasta ahora. Cuidándoos los unos de los otros. Sumando solidaridad, humor, humanidad… Por mi parte, seguiremos arrimando el hombro desde casa. El humor y el amor es nuestra mejor receta. Todo esto pasará. Ánimo a todos y todas en estos momentos complicados. Pero para eso están los retos, para superarlos y que lo aprendido nos haga ser mejores personas. Como dijo en su día mi héroe favorito: #SiempreFuerte 💪🏻🧡 Os quiero.

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El linfoma es una enfermedad cancerosa que se desarrolla en el sistema linfático, el cual es clave en el sistema inmunológico y en la eliminación de infecciones.

Casi todas las personas alguna vez llegan a percibir una bolita en su  cuello. Puede ser un ganglio inflamado y esto puede ocurrir con cierta frecuencia. Los ganglios palpables están en cuello, axila, ingle y detrás de las orejas. Es muy común una inflamación incluso durante una gripe. Pero la hinchazón de este ganglio sumado a otros síntomas persistentes son signos que requieren de una opinión médica.

Cuando los síntomas no pasan

La doctora Alejandra López, gerente médico de Hematología de Roche Centroamérica y Caribe explica que una de las dificultades para detectar a tiempo los linfomas es que sus síntomas se parecen a los de otras enfermedades:

Crecimiento de los ganglios Pérdida de peso Sudoración nocturna Fiebre Cansancio y fatiga fuerte Comezón en el cuerpo

Sin embargo, un indicio a tomar en cuenta es que los síntomas se extiendan por  meses. La fiebre, por ejemplo, pasa después de una semana en una gripe o en  dos semanas en el caso del dengue. El linfoma también provoca cansancio y sudoración extremos.

En las mujeres, la sudoración puede confundirse con los calores de la menopausia, pero la  dra. López explica que en el climaterio el calor es súbito y aparece a cualquier hora del día. La sudoración en los casos de linfoma ocurre solo en la noche y es tan abundante que la persona queda empapada y debe cambiarse de ropa.

Prevención

Cómo en otros cánceres no se conoce un factor único que lo desencadene. Es importante estar pendiente si un familiar de primer o segundo grado lo ha padecido. El fumar, el sedenterarismo y la obesidad también pueden influir, como lo hace en otros tipos de cáncer.

Se ha encontrado, sobre todo en los diagnosticados más jóvenes, un uso excesivo en casa o cerca de insecticidas o prácticas indiscriminadas de fumigación. También puede ser peligrosa la radiación por periodos largos.

Hodgking o no Hodgkin

Los linfomas pueden ser de Hodgkin, que se suelen diagnosticar en pacientes de entre 20 años y 40 años de edad y no Hodgkin, cuya incidencia se triplica a partir de los 60 años de edad, y que se agrupan de acuerdo con el tipo de célula que afectan (T o B). Alrededor del 80% corresponden a linfomas de células B, incluido los Linfomas Difusos de Células Grandes B (LDCGB).

Este linfoma difuso es el más prevalente de los no hodking, explica la dra. Lopéz, cerca del 40% de los casos y es bastante agresivo. Sin tratamiento la sobrevivencia es de cuatro meses. Se puede localizar en los ganglios linfáticos o en otras áreas como el tracto gastrointestinal, testículos, tiroides, piel, mamas, huesos o cerebro.

Los linfomas foliculares son los segundos en frecuencia, 25%, dentro de los denominados no Hodgkin. Con más frecuencia se detecta en hombres. Tienden a manifestarse como una enfermedad crónica, el paciente puede recibir tratamiento y pasar por remisión que es una disminución o desaparición de síntomas. A pesar de ser indolente (más leve), para la mayoría de los pacientes es incurable.

En cuanto a síntomas, los de los linfomas suelen ser muy parecidos. La diferencia está en unas pequeñas células que solo se pueden ver en la muestra tomada de una biopsia. Cuando el linfoma es muy agresivo los síntomas se presentan rápido. En algunos casos la persona puede pasar años sin tener ninguna señal

En Panamá, en 2018, último año en que se cuenta con cifras, se detectaron 204 casos. De esos 135 eran pacientes masculinos, según el Observatorio de Cáncer, Globocan.

Diagnóstico y tratamiento

El especialista que ve estos casos es el hematólogo. Después de hacer una historia clínica, exámenes de laboratorios y hemogramas se hace una biopsia. Se suele sacar el ganglio completo y, además,  se toman imágenes para determinar si la enfermedad está localizada o ya se encuentra en otras partes del cuerpo.

En 1998 cambió revolucionariamente la forma en que se tratan los linfomas, señala la dra. López. Antes de esa fecha el tratamiento incluía solo quimioterapia o radioterapia, esta última sobre todo para disminuir el tamaño de los ganglios. Pero a partir de ese año se agregó al tratamiento un anticuerpo monoclonal, lo que hoy hace posible la inmuno terapia. Esta es una proteína producida en un laboratorio a partir de células animales e identifica la célula tumoral para destruirla. Gracias a ello se puede ofrecer una supervivencia de hasta 10 años en los cánceres más indolentes, con una buena calidad de vida.

Para el caso del linfoma folicular, las nuevas opciones terapéuticas han demostrado reducir el riesgo de una recaída en un 46%, en los primeros dos años, después de recibir el diagnóstico.

El 15 de agosto el actor Dani Rovira, después de seis meses de tratamiento,  anunció que su cáncer estaba en remisión.