Ahí desde la tarima, mientras el grupo humorístico cantaba, Menahem Belilty contemplaba cada noche el poder transformador de la risa. Como presentador, se paraba frente a la audiencia y en cada función notaba cómo el público, especialmente después de un día de trabajo, cambiaba sus caras de estrés, amargura y preocupación, por rostros de felicidad y satisfacción tras solo una hora de risa.

Así fue como se dio cuenta de que algo maravilloso pasaba con la risa, algo que valía la pena investigar. Descubrió que antes que él ya varios habían recurrido a ella para sanar, como Patch Adams, personificado por Robin Williams en la película del mismo nombre, y Norman Cousins, quien superó un terrible padecimiento a punta de carcajadas y luego escribió el libro Anatomía de una enfermedad. Belilty encontró que en India, China y Japón hay templos dedicados a la risa, y algunas tribus tienen un chamán vestido de payaso. Incluso cita los Proverbios para demostrar que la importancia de reír está documentada desde tiempos bíblicos: “Un espíritu alegre es como una buena medicina, un espíritu melancólico seca los huesos”.

Belilty estudió arquitectura. “Quería dedicarme al arte, a la música, pero cuando se lo dije a mis padres fue una tragedia familiar”, relata. “La aspiración de ellos era que yo estudiara algo de lo que pudiera vivir”. Hoy en día es un risólogo certificado.

“Los niños no necesitan chistes para reírse”, explica de esta disciplina. “Ellos se ríen a través del juego y la diversión. Ese es su estado natural y la risoterapia plantea que volvamos a esa alegría, felicidad y movimiento”. La propuesta de Belilty es diferente a la de sus colegas en que en sus talleres la materia prima de la risa es la risa misma.

Pero la risoterapia no es solo reír por diversión, aclara. “La risa eleva tu sistema inmune, aumenta las endorfinas, baja el nivel de dolor, te conecta en positivo física y espiritualmente”, afirma. “Cuando te ríes no puedes pensar. Todo lo que tienes en tu mente desaparece”, explica. Menciona a dos señores que llegaron con un bastón a una sesión que dirigió en una fundación para pacientes con artritis. “La actividad empezó. Había juegos, baile, música, movimiento, interacción y mucha risa. Por una hora no necesitaron su bastón, porque se les olvidó. Gran parte del sufrimiento de una enfermedad es mental”, sostiene.

Esto no quiere decir que hay que pasarse el día riendo como un bufón. La vida nos da situaciones difíciles y es necesario experimentar todas las emociones. “No es que alguien que está conectado a la risoterapia no se pone triste, o bravo, ni se deprime o se molesta… somos humanos. Es parte de la vida y es necesario vivirlo”, elabora. “La diferencia es que la gente que está conectada a la risoterapia suelta rápidamente lo negativo”.

Su primera charla de risoterapia la dio en 1998, así que este año cumple 20 años en este campo. Calcula que en ese tiempo más de 100 mil personas han pasado por sus talleres. Belilty, que nació en Marruecos y vivió en Israel, llegó de Venezuela hace cuatro años, y en Panamá ha formado a unas 70 personas como risoterapeutas.

A la fecha además ha publicado tres libros. El más reciente, Opa, exalta entre otras cosas la importancia de disfrutar la vida y de ser agradecidos. “Le pregunté a una pareja cuándo fue la última vez que disfrutaron un gran placer y me contestaron: ‘Bueno, hace 10 años fuimos a París…’. Puedes disfrutar placeres todos los días, pero no lo decides por la inmediatez, por el trabajo, y por la rutina que te come”.

En cuanto a la gratitud, manifiesta que mucha gente está demasiado pendiente de lo que le falta y muy poco consciente de lo que tiene y lo que ya es. “Cuando agradeces lo que tienes hoy tienes más posibilidades de ser feliz con lo que venga mañana”, puntualiza.

Al final, ser feliz es una decisión. “Hay cosas que no vas a poder cambiar, como la genética”, explica. “Pero el 40% de todo es lo que tú decides. Con ese porcentaje puedes cambiar lo que sea”. Como bien afirma, “no puedes controlar la música que oyes, pero puedes decidir cómo bailar”.