Existe una forma popular de saludar en hebreo que es “¿Ma nishmá?”, que traducido al español significa literalmente “¿qué se escucha?”. En realidad significa “¿cómo estás?, y una respuesta típica es “Ha kol be seder”, o sea, todo está en orden, indicando que todo está bien. En otras palabras, el orden implica bienestar.

Cuando la casa está en orden, todo en su lugar, como a mí me gusta, siento que tengo el control y baja mi estrés. Cuando todo está como me gusta en la vida, entonces tengo un orden emocional y armonía: soy feliz.

La recomendación para tener mayor equilibrio y orden emocional es aprender a ver la vida desde el optimismo y la alegría, alejándonos del pesimismo, tristeza y amargura.

El optimismo es una forma de percibir la realidad desde lo positivo y esperar que el futuro depare resultados favorables. Nos ayuda a enfrentar cualquier reto con buen humor, perseverancia y entusiasmo. Los pesimistas se empeñan en ver inconvenientes y dificultades en todo; esto provoca apatía y desánimo.

El optimismo supone hacer ese mismo esfuerzo para encontrar soluciones, ventajas y posibilidades.

Los optimistas siempre logran mejores resultados en la vida. Por ejemplo, hay un examen difícil en la escuela, el estudiante pesimista no estudia, está convencido de que lo van a reprobar, por lo tanto, no se esfuerza y, sin duda, es lo que sucede. El estudiante optimista estudia mucho para salir bien y tiene mayores posibilidades de éxito. Es decir, mi percepción negativa o positiva de la realidad, genera un comportamiento y por lo tanto un resultado.

Los optimistas son los que creen que se puede, que lo nuevo tiene opción y que se arriesgan a intentarlo porque creen que es posible. Los pesimistas jamás intentarán algo nuevo, algo que desconocen. Si este mundo fuera solo de pesimistas, jamás hubiéramos tenido electricidad ni autos ni aviones, ni barcos, y con toda seguridad, algunos de los avances y descubrimientos más importantes de la humanidad no se hubieran realizado.

Por ejemplo, si Colón hubiera sido pesimista, ni siquiera hubiera pensado en lanzarse al agua, cuando todos decían que el mundo era cuadrado y que al final del cuadrado te caías a un abismo y morías. Un pesimista ni siquiera hubiera pensado en la posibilidad de que la reina Isabel le diera los fondos y facilidades para la travesía. Si Thomas Alba Edison hubiera sido pesimista, no tendríamos el bombillo, pues él probó más de 9 mil materiales para descubrir el filamento adecuado. Cuando su asistente le decía “doctor, hemos fracasado una vez más”, él respondía “no, hemos tenido éxito descubriendo una forma más de cómo no se debe hacer un bombillo, por lo tanto, estamos más cerca de encontrar la correcta”. Era un optimista, sin duda.

Si eres optimista nadie te puede robar tu sueño A veces escuchas esas voces pesimistas que te dicen que eso no puede ser, que no lo vas a lograr. Si aceptas eso como realidad, hasta ahí llegaron tus sueños. Si eres optimista tienes absoluta certeza en tu potencial. El miedo es natural, los valientes no son los que no tienen miedo, sino los que a pesar del miedo logran seguir adelante y hacer cosas importantes, y hasta memorables.

Por ejemplo, Penélope Cruz. Ella podría haberse quedado con las voces que le dijeron “¿qué te crees, que vas a triunfar en Hollywood, tú que eres de esta provincia española? Eso es una mafia y es muy difícil”. Esas son las voces pesimistas del desastre, que siempre existen, pero ella, que es una optimista, no se dejó influenciar y estaba convencida de que lo podía lograr; además, trabajó duro. Solo pensar que vas a lograr algo no es suficiente, pero es indispensable para hacerlo.

Seguro has escuchado eso de que es bueno pensar positivo y que ver la realidad desde esa óptica optimista te va a hacer la vida un poco más fácil. De alguna manera, el buen humor y la alegría te harán disfrutar un poco más. ¿Qué tal si te dijera que hasta puedes generar cambios reales en tu fisiología? Cuando estás convencido de algo, tu cuerpo comienza a actuar en consecuencia, como si fuera una realidad, algo que puede ser positivo o negativo.

Por ejemplo, una persona siente un pequeño dolor, pero no es nada grave y está en la consulta del médico que le va a dar el diagnóstico. El médico le dice, “tienes un cáncer con estas características y el tratamiento recomendado es este”. Aquí es donde viene su visión positiva o negativa. Claro que la noticia no es nada agradable, pero ahora, si el paciente cree que se puede salvar gracias al tratamiento y se conecta con su fe y la esperanza, su cuerpo va a responder en forma mucha más positiva al tratamiento. Si el paciente está seguro de que lo que escuchó del médico es una sentencia de muerte, no tiene fe ni esperanza, su cuerpo comienza a deteriorarse aceleradamente, porque el mensaje de su cerebro es “esto se acabó, terminemos con esto y digamos adiós”.

Veamos ahora un caso menos dramático. Hicieron una investigación con personas de la tercera edad que estaban haciendo ejercicios y se les medían algunas variables físicas. A todos les dijeron que estaban haciendo un estudio sobre su edad biológica y que tenían, según este estudio, aproximadamente 15 años menos. Es decir, si tenían 80 años, entonces su edad biológica era 65.

¿Qué sucedió? Todos, sin excepción, comenzaron a mostrar mejor desempeño físico, mayor fuerza, resistencia y elasticidad. ¿Qué cambió? Únicamente la creencia de que si soy más joven debo funcionar mejor, y exactamente así respondió el cuerpo. La primera limitante está en nuestra mente; todo lo podemos hacer y superar si creemos que es posible. Tal vez pensar positivo no es una garantía de éxito, pero pensar negativo es, sin duda, el fracaso asegurado. Así que, sí quieres tener un orden emocional y armonía en tu vida, lo mejor es pensar positivo.

• Basado en el libro OPA, del autor.