A mi hija le toma mucho tiempo vestirse en la mañana. El papá se impacienta hasta más que yo y eso no ayuda. ¿Cómo puedo hablar con mi esposo, y cómo cambiamos esta conducta?

Hay que comprender que el tiempo para los niños no es lo mismo que para los adultos. Es decir, los que estamos apurados, porque tenemos noción del tiempo somos nosotros. Te invitaría a que converses con tu esposo cuando ambos estén calmados, así él será más receptivo. Si tratan de solucionar algo en pleno caos, jamás llegarán a un acuerdo favorecedor, y la afectada será la niña.

Para evitar estas situaciones, en las mañanas sugiero lo siguiente: – Que los padres se despierten con más anticipación para que logren organizarse con el tiempo. – Ordenar la noche anterior todo lo referente a la ropa de la niña y las demás cosas que vaya a necesitar. Si es posible hasta tengan adelantado el desayuno. – Propónganse crear rutinas juntos, donde su niña se involucre, así podrá colaborar con la dinámica en las mañanas.

Mi hijo está en una nueva escuela y me dice que no tiene amigos, que los otros niños no quieren jugar con él. ¿Con qué palabras puedo apoyarlo?

Hay una frase que me encanta de Rudolf Dreikurs, uno de los psiquiatras importantes en el tema de disciplina positiva: “Dar aliento es la habilidad más importante que los adultos pueden aprender para ayudar a los niños. Cuando nos esforzamos por motivar a otros y a nosotros mismos, lo que estamos haciendo es ayudar a desarrollar el valor para enfrentar los retos y dificultades de la vida”.

Muchas veces los padres caen en el error de querer rescatar a sus hijos de las tristezas, frustraciones y conflictos; pero eso es parte de la vida y debemos permitir que ellos puedan superarlos solos, y darle herramientas. A este niño pueden decirle frases como: noto que estás triste porque los niños no juegan contigo ¿qué crees que puedas hacer para resolverlo? Confío en que podrás superarlo, sé que tú buscarás el modo para hacer amigos.

Con estas frases le invitamos a pensar en alguna solución. Le mostramos que confiamos en él y en que podrá hacerlo, pero que deberá esforzarse; a su vez sabrá que sus padres estarán para escucharlo y apoyarlo.

Mi hijo se atrasa en las mañanas, ¿cómo podemos cambiar esa conducta?

Mi hijo se atrasa en las mañanas, ¿cómo podemos cambiar esa conducta?

Mi hijo se atrasa en las mañanas, ¿cómo podemos cambiar esa conducta?

Mi hijo se atrasa en las mañanas, ¿cómo podemos cambiar esa conducta?

Mi hija tiene problemas con sus calificaciones. Yo siempre tuve notas altas, era una exigencia de mis padres. ¿Cómo la ayudo a mejorar sus notas? Sé que no puedo pedirle lo que me pedían a mí, pero me preocupa que pierda el año.

Este es un problema muy frecuente. Es más una preocupación de los padres que de los mismos niños. Analice si está exigiendo y poniendo expectativas basadas en su propia experiencias; es decir, repite patrones de su crianza. Lo importante es evitar una lucha de poder, porque sus hijos sentirán que le importa más el resultado y no el esfuerzo, esto puede desanimarle.

Tener un bajo rendimiento académico puede deberse a muchas razones: – Las actividades o tareas tienen una dificultad alta para el estudiante. – La exigencia de los maestros puede ser abrumadora. – La metodología de la escuela no se adapta a sus necesidades. – Puede tener muchas actividades extracurriculares que no le permita enfocarse, y termina agotado física y mentalmente. – El descanso no es suficiente o tiene problemas al dormir.

Estas son algunas causas pero puede haber más, como acoso escolar, problemas entre compañeros, inconvenientes con los profesores. Lo importante es poder indagar sin señalamientos, juicios o regaños: – Procure conversar con su hijo en un momento en que usted y él estén calmados. – Hagan acuerdos entre todos los miembros de la familia. Si queda escrito y en un lugar visible mejor, así todos se comprometen a cumplirlo. – Realicen juntas familiares, donde expongan cada uno su sentir sobre el problema y entre todos busquen soluciones. – Ofrezca un mejor acompañamiento y seguimiento de las tareas. Muchas veces los padres sólo se enteran que sus hijos van mal, cuando ven el boletín. – Baje el nivel de exigencia. – Acuda a la escuela para tener conocimiento de cómo su hijo se desenvuelve social y académicamente.

¿Qué hacer cuando los niños no cuentan nada de lo que les pasa en la escuela? Le pregunto a mis hijos cómo les fue y su respuesta es ‘bien’ y punto.

Cuando me plantean esta inquietud, hago una pregunta: ¿usted cuenta cómo fue su día a sus hijos? La gran mayoría me dice que no. No lo ve necesario o simplemente le parece aburrido.No se trata de contar todo, pero sí parte del día. Los niños aprenden con el ejemplo. Para ellos el que sus padres no les comenten o involucren en su día a día, les hace decidir también reservar lo que hacen en la escuela. Sin embargo, hay algunas preguntas que pueden permitirle conocer un poco más sobre su jornada. – ¿Qué fue lo más divertido que hiciste hoy? – ¿Qué fue lo que menos te gustó? – ¿Cuál actividad disfrutaste hoy? – ¿Conociste o compartiste con amigos nuevos? ¿Cómo se llaman? – ¿Qué jugaste en el parque?

Mi hijo se atrasa en las mañanas, ¿cómo podemos cambiar esa conducta?

Mi hijo se atrasa en las mañanas, ¿cómo podemos cambiar esa conducta?

Mi papá fue muy estricto con nosotros. Yo estoy opuesta a ese tipo de crianza. Pero, me preocupa ser permisiva. ¿Cómo saber la diferencia entre una crianza respetuosa y una permisiva?

Ser permisivo en la crianza tiene efectos tan negativos como el ser muy autoritario. Ambos extremos generan en los niños una serie de conductas que se convierten en retos para los padres.

Cuando se es muy flexibles con los hijos, ellos no van tener límites claros; harán lo que deseen; tendrán poca estructura; serán desorganizados; manipuladores y rebeldes porque sus padres no muestran seguridad, confianza ni respeto.

La crianza respetuosa busca ser amable y firme a la vez. Pone límites claros. Se invita más a la cooperación y menos a la obediencia. Se centra en la búsqueda de soluciones. Desarrolla habilidades esenciales para la vida a través del respeto mutuo; dejando atrás aquellas estrategias tradicionales como son los premios, castigos o los malos tratos físicos y psicológicos.

Para lograr una crianza más respetuosa debemos preguntarnos: ¿lo que dije o hice a mis hijos, me gustaría que me lo hicieran a mí? Cuando empezamos a empatizar con los niños, con su sentir, pensar y actuar podemos hacer un cambio donde los más beneficiados serán los hijos.